Feria

Una tarde esperada y concurrida

  • La plaza albergó a mucha más gente que en la primera faena por el fuerte tirón del cartel Los aficionados pudieron disfrutar de una tarde en la que no hizo mucho calor

Un cartel fuerte siempre tiene asegurada la asistencia, y así sucedió la tarde de ayer. Los aficionados taurinos no perdieron la oportunidad de presenciar de una corrida que prometía y erigieron la imagen de un coso notablemente más concurrido que en la faena inaugural.

Estaba yo en el patio de cuadrillas hablando con un amigo alguacil cuando vi entrar por la puerta al novillero José Cabrera, apoyado en una muleta y cojeando a consecuencia de una reciente cogida. Estaba triste porque fue una pena no poder torear en la novillada del martes, pero la rehabilitación iba viento en popa y eso me alegró, porque el día 1 de septiembre va a lidiar y debe estar en buena forma.

Poco a poco iba accediendo la gente al coso de Vilches; personas que se robaban besos mientras corrían presurosos por los pasillos, pero sin faltar el saludo a los múltiples conocidos. Es entonces cuando reparo en la modelo Rosalía Navarro, que allí estaba, vestida por P Portona y con un tocado de Encarna Sola, esperando a su amiga Mar Segura y desbordando simpatía.

Antes de la corrida tuve la oportunidad de acercarme a la capilla, custodiada desde el inicio de los festejos por la Virgen de la Macarena, cuya belleza y buena talla pude presenciar gracias al que fuera hermano mayor, Navarro del Pino. Aproveché la tranquilidad inicial para saludar a unos compañeros periodistas que estaban preparando el equipo para la corrida. Tampoco falló el diseñador Antonio Membribes, que en esta ocasión iba vestido con unos elaborados atuendos donde predominaba la rojigualda y el toro de Osborne.

Fue una buena tarde y no faltó la comida para recuperar fuerzas. En esto juega un importante papel el empresario Juan Pedro Carrillo, a cuyo palco ya me estoy aficionando a ir, por las meriendas y copas de champán que me ofrece cuando aparezco por la puerta. Con alguna reserva inicial tiendo a declinar la oferta, pero la insistencia y la buena pinta de los manjares hacen que sea imposible rechazarlo. Para qué vamos a hacerle el feo.

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