La rambla de Almería se transportó ayer a miles de kilómetros para disfrutar de una técnica milenaria proveniente, nada más y nada menos, de Japón. El taller de Raku congregó a multitud de personas en el epicentro de la Feria de Alfarería almeriense para disfrutar de este taller único e irrepetible.
Promovido por Antonio Flores, ceramista y maestro artesano de la capital almeriense, el taller comenzó a las seis y media de la tarde ante la expectación de caminantes y curiosos que no se perdieron ni un ápice de este proceso importando desde el país asiático.
Esta técnica, que cuenta como decimos con más de mil años, se ha occidentado en los últimos lustros. Antiguamente, relató Antonio Flores a este medio, “lo hacían por ritual con un cuenco que protegía a los seres queridos que se iban al otro mundo. Estamos hablando de una técnica de más de mil años”, indicó el miembro de la Asociación AAPP de Almería.
Dicho taller consistió en la cocción de unas piezas, tras ser pintadas por los asistentes, en un horno de gas a 1.000 grados tras las cuales, con unas pinzas, se metieron en unos bidones con serrín con producción de humo, el cual produce una reducción y hace que varíe el esmalte volviéndose la arcilla negra. Sin lugar a dudas, una ocasión única para conocer esta primitiva técnica y disfrutar de la alfarería de una forma artesanal y distinta.
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