La muerte y la doncella es el cuarteto de Schubert que la protagonista escuchaba durante sus torturas cuando era estudiante universitaria. Años más tarde vuelve a reencontrarse con su supuesto torturador y esta pieza sirve como hilo conductor de la historia. De esta forma, la noche del viernes se representó en el Auditorio Municipal, la obra que recibe el nombre de la composición del austriaco, continuador del romanticismo musical de Beethoven.

Los tres actores, que se subieron a las tablas del escenario del Auditorio Municipal, fueron Luisa Martín, como Paulina Salas, una mujer torturada en su etapa universitaria; José Sáiz interpretó a Gerardo Escobar, marido de Paulina que es nombrado presidente de la comisión que tiene que investigar los crímenes cometidos durante la dictadura; y Emilio Gutiérrez-Caba que dio vida a Roberto Miranda, un médico que supuestamente participó en las torturas que sufrió la protagonista de la historia.

Desde el comienzo de la historia se podía ver como Paulina todavía no se había recuperado de las torturas y violaciones que sufrió. Las luces de los coches fuera de su casa preocupaban al personaje principal del relato.

La tensión se palpó desde el primer momento de la representación. Las peleas del matrimonio por las ansias de venganza de Paulina fueron una constante en la primera escena.

Un nuevo personaje aparece en la historia. Roberto Miranda es un extraño que ayudó al marido de Paulina a cambiar las ruedas del coche y Gerardo lo invita a dormir a casa. Su olor y forma de hablar hace que la protagonista lo recuerde como su torturador.

La obra tuvo fuerza narrativa y expresiva, y consiguió que el público se levantara de sus butacas para dar un sí rotundo a los tres protagonistas de La muerte y la doncella. Un thriller con la venganza y la música como telón de fondo.