Abel Ferrara | Director y guionista

Abel Ferrara: "No hemos venido a la vida para sufrir"

  • El director italoamericano reflexiona sobre las ansiedades de ser cineasta en su nueva obra, 'Tommaso', su sexta colaboración con Willem Dafoe con quien ultima ya 'Siberia'

Abel Ferrara (Bronx, Nueva York, 1951) posa ante la Torre del Oro en un pase gráfico del Festival de Sevilla.

Abel Ferrara (Bronx, Nueva York, 1951) posa ante la Torre del Oro en un pase gráfico del Festival de Sevilla. / José Ángel García

A Abel Ferrara (La adicción, Teniente corrupto, El funeral), mito viviente del cine estadounidense afincado ahora en Italia, le gusta precisar que trabaja en equipo. "Somos como una especie de familia, de banda, para mí son tan esenciales los cámaras como los músicos o los productores y por supuesto, Willem Dafoe, que es el actor del grupo", avanza sobre su relación con el intérprete tras rodar seis películas juntos, la última de ellas, Tommaso, estrenada en el Festival de Cine de Sevilla, donde la noche del viernes mantuvo un encuentro con el público.

Siempre cerca de su botella de agua con gas, preferentemente de la marca italiana San Pellegrino, rechaza que Tommaso sea una película "abiertamente autobiográfica" aunque Dafoe encarne a un cineasta americano que vive en Roma y trata de encontrar financiación para su nuevo filme y dejar atrás su alcoholismo mientras comparte su vida con su joven pareja, la actriz Cristina Chiriac, y su hija Anna, que son justamente las de Abel Ferrara. "Yo soy escritor, guionista y director y todas mis películas son de algún modo autobiográficas, porque los cineastas las hacemos para expresarnos y contar algo de nosotros mismos, no para guardarnos nuestros sentimientos y emociones. En cada obra saco una parte de mí pero una película es una labor conjunta. Tommaso no es un documental. Una vez que Dafoe empieza a actuar, a desarrollar su personaje y avanzar, todo es fantasía y ficción. Esa es la belleza de las películas, que transforman las cosas en algo completamente diferente".

Tommaso la ha rodado en el barrio multiétnico donde viven tanto él y su familia como Dafoe, en el entorno de la Piazza Vittorio, tema y título de uno de los cuatro documentales que el director ha encadenado en los últimos años y de los que se siente especialmente orgulloso. "Rodar documentales me ha dado la oportunidad de respirar, de vivir. Hacer películas documentales es una manera de crecer, involucrarme y estar en el mundo. Para mí poder rodar en Roma es una experiencia que me llena de gratitud, mucha gente no tiene la oportunidad de hacerlo".

"Rodar documentales en Roma me ha dado la oportunidad de crecer e involucrarme en el mundo"

Sobre los cambios que ha experimentado la industria audiovisual desde que debutó en la escena neoyorquina de los años 70 -su primera película, The Driller Killer, es de 1979-, Ferrara cree que la situación en el fondo no ha cambiado mucho. "Para rodar tienes que sentir una pasión porque si fuera fácil todo el mundo podría hacerlo y los grandes directores con los que he trabajado acaban dejándolo. Esto no es como coger un papel y un lápiz. Buscar el dinero es terrible, no importa lo pequeña que sea la película hay que financiarla. Antes tenía que convencer a mi madre de que me prestara el dinero y ahora a un gobierno. En el fondo, tienes que encontrar gente que crea en tu película y en el cine".

Al preguntarle si siente que aún está por llegar su obra maestra, este director que a menudo señala China Girl (1987) -su versión de Romeo y Julieta- como la obra de la que está más orgulloso, cita a Jean-Luc Godard, uno de sus principales referentes. "Comparto con Godard la idea de que al igual que un hijo enfermo es el favorito, yo también me decanto por esa película que casi nadie ha visto, y de algún modo es lo que siento con China Girl o con el documental que acabamos de estrenar sobre la figura del Padre Pío, que está accesible en Youtube".

"De todos modos", insiste Ferrara, "para mí las películas son como mi pasado, no las veo como obras independientes entre sí. Yo me tomo las cosas día a día. Mientras rodaba Tommaso fui creando Siberia, un trabajo que nos ha costado cuatro años de planificación, que ahora está en la fase de postproducción y del que estoy muy satisfecho. Dafoe comparte aquí protagonismo con Nicolas Cage".

Abel Ferrara antes de atender a este medio en la sede del SEFF. Abel Ferrara antes de atender a este medio en la sede del SEFF.

Abel Ferrara antes de atender a este medio en la sede del SEFF. / Víctor Rodríguez

En Tommaso están muy presentes los delirios y obsesiones de un cineasta que intenta rehabilitarse y pasa gran parte de su tiempo en reuniones de Alcohólicos Anónimos. "Comprendo sus ansiedades porque yo también he sido alcohólico y no puedo probar alcohol ya que no sé beber por copas, sino por toneles. Como el personaje de Dafoe también practico meditación y yoga cada mañana para poder sobrellevar el resto del día. La meditación ha cambiado mi vida al cien por cien. Para mí ser budista es una práctica que me permite hacer frente a las situaciones complejas de la vida. Sé que puedo hacer daño a las personas que más quiero y la meditación y la religión me ayudan a controlar eso. Hasta que no dejé de beber y drogarme no pude comenzar a meditar de verdad, aunque llevaba años intentándolo, participando incluso en retiros con monjes. Drogarte es el acto más egoísta: primero te aísla de los demás, y después te separa de ti mismo".

Su anterior largometraje de ficción con Willem Dafoe fue Pasolini, estrenado en 2014 en la Mostra de Venecia; una cinta sobre las últimas horas de vida del cineasta italiano asesinado en 1975 que parece establecer un diálogo con Tommaso. ¿En qué medida el director de Saló o los 120 días de Sodoma fue y sigue siendo una inspiración para Ferrara? "Pasolini fue un profesor cuando estábamos en la Universidad y comenzamos a ver películas suyas. Su obra es una referencia absoluta para mí. Pero también lo es su trabajo como poeta, sus artículos periodísticos, su modo de pensar, su compromiso político".

"Pasolini es una referencia total: no sólo su cine sino también su poesía, periodismo y compromiso político"

En Tommaso, como antes lo hiciera en Pasolini, Ferrara ofrece una radiografía social que muestra los claroscuros de la convivencia en Italia. "El auge de la ultraderecha no es un fenómeno exclusivamente italiano, ocurre ahora mismo en toda Europa y pasa lo mismo en Estados Unidos. Me parece increíble que hace 75 años murieran decenas de millones de personas y que todo comenzara usando el mismo tipo de lenguaje, demonizando con las palabras a ciertas personas. En unos países ahora se sataniza a los mexicanos, en otros a los africanos... La gente se va aislando cada vez más y eso conduce al desastre. En Tommaso trato de representar también que lo que tienes en tu mente es muy potente y que las palabras que usamos pueden ser muy peligrosas".

En su primera visita a Sevilla, Abel Ferrara reflexiona a instancias de este medio sobre sus orígenes y su presencia en un festival de cine europeo. "Mi abuelo era un emigrante italiano que llegó al Bronx, un barrio neoyorquino donde había una comunidad italiana muy fuerte y apenas se hablaba americano. Allí crecí yo. Cuando llegué a Italia hace 20 años me sentía como un americano pero nunca como un extraño, era como si hubiera vuelto al lugar donde me crié". "En Roma", continúa, "el sentido del arte y la cultura está vivo en todas las calles, no está encerrado en un museo, por eso no es una sorpresa que haya tantos artistas italianos y que sean de ascendencia italiana muchos de los grandes cineastas estadounidenses, como Martin Scorsese, Brian de Palma o Quentin Tarantino[cuyo abuelo era de Palermo]".

"La base del cine es contar historias y yo seguiré rodando aunque tenga que hacerlo con mi teléfono móvil"

En cuanto a los nuevos formatos y lenguajes en su sector, Ferrara asume que "el cine está cambiando y evolucionando técnicamente pero la base, contar historias, sigue igual que en los inicios del séptimo arte. Yo soy cineasta y voy a rodar siempre algo, aunque tenga que hacerlo con mi teléfono móvil, de hecho hay planos de Tommaso que rodé con mi Iphone 6 y que incluí en el montaje".

Y al analizar esa pulsión de contar historias con imágenes vuelve a citar a Godard, "que decía que la economía de una película es la política de esa película. Que me inviten a un festival de cine europeo apoyado por el Ayuntamiento de Sevilla a mostrar mi obra es algo maravilloso. En Estados Unidos todo depende de la inversión privada y ahora que he conseguido ser ciudadano europeo veo que he tardado 20 años en darme cuenta de que un gobierno, local o nacional, puede apoyar alguna de mis películas, algo que no me pasaba ni con Obama ni con Trump. El cine es comunidad, es una comunidad la que hace el cine, que de algún modo podría compararse con un sacramento. Un individuo solo, en cambio, lo que hace es escribir un poema".

Ferrara siente de nuevo el deseo de abrir otra botella de agua con gas pero antes de marcharse deja al interlocutor un mensaje optimista. "La redención es un proceso que consume 24 horas al día. Tengo dos hijas mayores y ahora ésta de tres años, Anna, que ya tiene su propia personalidad y me transmite una gran alegría por cosas simples. Y eso es también un concepto budista: no hemos venido a la vida para sufrir".

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