Gloria Mundi | Festival de Cine de Sevilla

Guédiguian y los vicios de la denuncia

Una imagen de 'Gloria Mundi', el nuevo y fallido filme de Robert Guédiguian.

Una imagen de 'Gloria Mundi', el nuevo y fallido filme de Robert Guédiguian.

Habíamos enterrado a Guédiguian cuando La casa junto al mar nos devolvía un leve rayo de esperanza. Sin embargo, esta Gloria Mundi de urgencia contra los tiempos aciagos de la precariedad, la explotación, la pérdida de derechos y el auge del populismo fascista en la Francia de Macron y Le Pen disuelve la ilusión y recoloca al cineasta marsellés del lado de los agoreros que, como Loach, siguen empeñados en embutir su cine de denuncia e ideales perennes (los de su generación, se entiende) en unas estructuras narrativas de aliento trágico que arrasan con todo lo que se ponga por delante con tal de airear su bandera.

La ciudad luminosa, popular y habitable de sus mejores títulos deviene ahora un espacio de hormigón, tráfico y ruido donde apenas hay tiempo para el trabajo y el agotamiento para viejos y jóvenes. La troupe habitual, con Ariane Ascaride (premiada en Venecia) al frente y Darroussin y Meylan a sus flancos, se transfigura en un coro griego de desgracias, traiciones, vicios y contrariedades donde el nacimiento de un nuevo miembro en la familia se atisba como la única luz entre las tinieblas. Torpe y apresurado, zafio incluso, Guédiguian sabotea también esa saludable tendencia a la melancolía y la nostalgia, ese aliento romántico de los regresados y los amores que perduran que solía atravesar sus películas. Entre músicas evidentes y cortes bruscos, hasta esos momentos nos son escamoteados aquí en aras del panfleto.