Festival de Cine de Sevilla

Un "poema" a la desesperación de la noche

  • Albert Serra presenta 'Liberté', una "enrarecida y malsana" inmersión nocturna en el deseo sexual, las perversiones y las parafilias que está muy cerca, a veces, de la 'performance' filmada

Albert Serra (Bañolas, Gerona, 1975), retratado junto al río, con el puente de Triana al fondo.

Albert Serra (Bañolas, Gerona, 1975), retratado junto al río, con el puente de Triana al fondo. / Víctor Rodríguez

En el crepúsculo de una era –falta poco para el estallido de la Revolución francesa– y también del día, a punto de ser tragados por la oscuridad inminente, un grupo de aristócratas expulsados de la corte de Luis XV y sus decadentísimos seguidores hacen noche en un bosque. Van buscando un golpe de suerte, el amparo de algún noble que no condene el libertinaje y les permita seguir viviendo sin más guía que sus pulsiones. Y cae la noche. "La cosa empieza de manera un poco inocente, casi decorativa, pero poco a poco van entrando todos en la lógica de la noche, que no tiene nada que ver con la del día. Y la película es, en ese sentido, un poema acerca de la noche", dice Albert Serra sobre su última película, Liberté, presentada este domingo en la Seccción Oficial del SEFF.

Como en La muerte de Luis XIV, presentada hace tres años en el festival, Serra, cineasta muy apreciado en Cannes y en el circuito festivalero europeo, vuelve al siglo XVIII, una época-fetiche para el catalán. "Se dieron muchos cambios en la sensiblidad de las personas, aspectos relacionados con la intimidad, el deseo, la toma de conciencia del propio cuerpo, tuvieron lugar entonces", ha explicado tras el primer pase el director, que reconoce como inspiraciones muy directas de este último trabajo la obra del Marqués de Sade y por extensión el vastísimo catálogo de perversiones y parafilias de la literatura erótica del XVIII.

La película, que como muchos otros trabajos del director entra en muchos momentos en el terreno de la performance filmada, tiene una trama tan mínima como la siguiente: ese grupo de libertinos, susurrantes y lascivos, decide raptar a unas novicias de un convento cercano al bosque. Comienza entonces la noche eterna de miradas cruzadas y anhelantes, merodeos furtivos y encuentros que, finalmente, tras un proceso moroso, lleno de cautelas e impulsos refrenados, liberan el deseo en todas sus formas, más allá de las convenciones morales. "La película es como triste y desesperada, te va hundiendo en tu propia miseria como espectador, te deja exhausto. Eso es: más que darte cosas, la película te vacía", dice entre risas Serra, con su habitual actitud de pasotismo cool.

Esa sensación, plenamente buscada según cuenta, se traslada también al plano estético. "Visualmente es una película muy barroca, está todo lleno de árboles, de gente que entra y sale y mira... No hay ningún plano limpio, directo, y tanto es así que luego, durante el montaje, eliminé todo aquel plano que relajaba la vista", explica el cineasta, que ha hecho una película con indisimulado afán transgresor. Con todo, puntualiza, es "más fuerte en lo que se dice o lo que ocurre fuera de campo que en lo que ve".

Una imagen de la película. Una imagen de la película.

Una imagen de la película. / D. S.

Aunque lo que se ve, claro, escandalizará, por su explicitud, a quienes quieran escandalizarse. Imágenes explícitas de vulvas, penes, anos, orines y toda clase de fluidos resbalando por los cuerpos, humillaciones físicas, masturbaciones recíprocas, incluso muñones sangrantes, se suceden conforme avanza la noche en una atmósfera cada vez más "enrarecida y malsana". Tanto, que Javier H. Estrada, programador del festival, resumió así su impresión cuando vio la película: "Pero qué hago yo viendo esto, por qué?". El propio Serra, con la retranca que gasta como para no darse importancia, reconoce que tampoco él, cuando se terminó de montar y vio por primera vez la película completa, sabía a ciencia cierta "qué coño era lo que había visto".

"El sexo está ligado a lo más próximo que tenemos, que es el cuerpo. ¿Es el último reducto de libertad que tenemos todos? –se pregunta al hilo de un comentario de Javier Estrada–. Desde luego es un ámbito en el que muchas cosas no se pueden falsificar de ninguna manera", apunta como toda referencia a la dimensión política que subyace en Liberté, un filme en el que también aspira a recuperar de algún modo la "fuerza y riqueza poética" de la palabra en un contexto audiovisual en el que la televisión y las plataformas audiovisuales "han formateado las cabezas", habituadas a un reducido abanico de fórmulas narrativas audiovisuales.

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