Agropecuario

Cajamar estudia las microalgas de mayor interés para la alimentación

  • En la Estación Experimental se trabaja en sistemas de producción a gran escala

Alicia Mª González Céspedes, en las instalaciones de la Estación Experimental Cajamar, en Las Palmerillas.

Alicia Mª González Céspedes, en las instalaciones de la Estación Experimental Cajamar, en Las Palmerillas. / Javier Alonso

“Dentro del concepto de bioeconomía, las microalgas juegan un papel muy importante ya que representan recursos biológicos de gran importancia por sus potenciales aplicaciones en diferentes campos. En particular como fuente de nutrientes valiosos para la agricultura, la bioenergía o el consumo humano y animal”. Así comienza su artículo Alicia Mª González, ingeniera agrónomo en la Estación Experimental Cajamar, publicado en el blog de la entidad almeriense, en el que aborda las posibilidades que ofrecen las microalgas.

Explica que en el mercado de los alimentos se utilizan en polvo para la extracción de suplementos y colorantes de alto valor. El volumen total de producción y el tamaño del mercado para los suplementos/nutracéuticos derivados es relativamente pequeño con respecto a fuentes alternativas, pero en los últimos años el sector está creciendo a bastante velocidad, apunta.

“Su introducción en productos alimenticios está despertando el interés de cada vez más empresas, y hay un público creciente receptivo a esta innovación en alimentación. Es importante saber los efectos beneficiosos en la salud y desarrollos tecnológicos para su incorporación en productos alimenticios. Se ha comprobado que ciertas microalgas son una fuente de sustancias con alto valor nutritivo como vitaminas, ácidos grasos o aminoácidos esenciales, que son complementos excepcionales para la alimentación y pueden aportar efectos beneficiosos para las personas. Son muy pocas especies las que están aprobadas para su consumo en Europa, entre estas se encuentran las más utilizadas en el mercado como la Spirulina y Chlorella. Sin embargo, hay todavía muchas especies por descubrir y utilizar que pueden proporcionar muchos beneficios. En este sentido, la legislación y la regulación para el consumo alimentario de nuevas especies tienen un papel importante en la economía de estos productos, todavía poco regulados a escala mundial (García et al., 2018)”, señala.

Actualmente se estima una producción global de microalgas para uso alimenticio en torno a 30.000 toneladas anuales, una cifra muy pequeña si se compara con los productos agrícolas (García et al., 2018). Solo se comercializan menos de 10 especies entre cianobacterias (Spirulina), cloroficeas (Chlorella, Dunaliella y Haematococcus) y algunas de otros grupos (Odontella, Porphyridium o Phaedactylum) para producir, esencialmente, biomasa y carotenoides. La biodiversidad de microalgas es, sin embargo, enorme; se ha estimado que existen entre medio millón y un millón de especies. Hay constancia de aproximadamente 493 especies que podrían ser utilizadas como alternativas de alimentación para el hombre y otros animales, analiza.

González apunta que hoy se multiplican las posibilidades que presentan como fuente de sustancias funcionales y como base para la producción de suplementos alimentarios. Es necesario tener un mayor conocimiento de los sistemas de producción de microalgas a gran escala, de manera que se puedan reducir los costes, favorecer la acumulación de las sustancias de interés y rentabilizar los procesos de extracción mediante técnicas más eficientes. El cultivo a gran escala es todavía uno de los grandes retos biotecnológicos que hay que resolver. Su gran potencial de mercado para su uso como alimento depende que se puedan conseguir grandes cantidades de biomasa con un coste competitivo.

“Su producción presenta muchas similitudes con la agricultura intensiva, a cuyo desarrollo tecnológico viene contribuyendo de forma muy importante la actividad de la Estación Experimental de Cajamar desde su puesta en marcha en 1975. La puesta en común del conocimiento y experiencia de los investigadores de la Estación Experimental y del grupo de Ingeniería Química de la Universidad de Almería, ha posibilitado un desarrollo tecnológico muy importante en torno al cultivo de microalgas para diversas aplicaciones. Hace más de 15 años que ambos centros comenzaron el reto en su investigación y producción, debido fundamentalmente al interés que despertaba su uso en aplicaciones de alto valor (nutracéutica, alimentación animal y humana, etc.) y respondiendo al interés mostrado por diversas compañías de gran importancia en el ámbito nacional. Desde entonces el trabajo se ha venido centrando en el desarrollo de sistemas de producción tanto de productos de alto valor añadido como de producciones de bajo coste que nos permitan incrementar las productividades actuales. A la par que en la resolución de los problemas derivados del uso de subproductos tales como los gases de combustión industriales y las aguas residuales, purines, etc., los cuales constituyen una fuente barata de CO2 y nutrientes respectivamente”, recoge.

La investigadora concluye que desde la Estación Experimental Cajamar se está trabajando en la puesta en marcha de sistemas de producción a gran escala de especies como la Spirulina. Tenemos que analizar las especies que mayor interés puedan tener para la alimentación, bien porque acumulen determinadas sustancias bioactivas de interés en salud humana o bien como alimento en sí, sobre todo como fuente proteica. Previo al salto de la producción a gran escala de las microalgas es necesario tener conocimiento de los diferentes parámetros productivos y medios necesarios para cada especie de interés, simulando las condiciones reales de producción para conseguir una producción rentable y con unas cualidades nutricionales de alta calidad. En los próximos años se nos plantea este reto para poder conseguir que las microalgas sean un alimento en las dietas alimentarias futuras.

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