Opinión

Industria vertebradora

  • Reivindicamos la industria con su demostrada capacidad de generar empleo de calidad y de ofrecer un ascensor social al que se accede vía formación y esfuerzo individual

Fachada del Cosentino Center de Tenerife.

Fachada del Cosentino Center de Tenerife. / Diario de Almería

Cien años se han cumplido desde que Ortega y Gasset escribió “España invertebrada”. En esta obra, exponía su preocupación por la articulación de nuestro país, tanto en el plano social como en el territorial. España había llegado muy tarde al tren de la industrialización del siglo XIX, y nuestro nación estaba gravemente debilitada. Se instalaron una serie de mitos entorno a nuestra mala opinión sobre nosotros mismos, una resignación respecto de nuestras limitaciones y posicionamientos retrógrados como el tristemente célebre “que inventen otros”.

Tras la tragedia de la guerra civil y la posterior dictadura, España fue encontrando su sitio en el mundo como potencia mediana, democracia estable, miembro de la Unión Europea y economía razonablemente diversificada. Dejando atrás tanto las nostalgias de grandeza como el pesimismo paralizante, enfocamos tres décadas de realismo, sensatez y progreso. Pero la crisis financiera de 2008 presentó los primeros ataques a la línea de flotación de nuestro sistema. Las tensiones sociales facilitaron la irrupción de un populismo que capitalizó la indignación. Nos perjudicó gravemente la corrupción que salpicó el sistema a muchos niveles. España no había llegado a recuperarse plenamente de los efectos de una larga crisis en W (terribles 2011 y 2012 tras el espejismo de los brotes verdes) cuando surgió la pandemia a la que ha seguido la guerra en Ucrania, prueba piloto de la lucha por la hegemonía mundial, nada menos.

Así las cosas, aún con las preocupaciones que nos acechan, cabe plantearse cuál es nuestro futuro deseable, dentro de los posibles escenarios que se nos abren. España puede y debe incidir en sus potencialidades: un país seguro, institucionalmente estable -y con un renovado respeto en la Corona- , con un sistema educativo bueno (incluso brillante en arquitectura, ingenierías y en los postgrados), con enorme riqueza natural y cultural. ¿Cuántos países así hay en el mundo? No tantos. Estamos llamados a seguir siendo un líder del turismo, pero también a tener un papel relevante en las cadenas de suministro industriales. Y es que nuestro futuro pasa por la industria porque así podremos superar nuestras debilidades y amenazas: desempleo estructural, mala perspectiva demográfica, potencial éxodo climático, por citar solo algunas de las preocupaciones más serias. Todos son factores que pueden frenar nuestra capacidad de generar riqueza, de agrandar el pastel del PIB del país, frente a la idea simplista de que esa tarta ha de tener un tamaño estático. Ya estamos viendo las nefastas consecuencias de abdicar en otros los procesos industriales y la generación de energía.

Estamos llamados a seguir siendo un líder del turismo, pero también a tener un papel relevante en las cadenas de suministro industriales

Ocurre también que la capacidad de nuestro país para soportar tensiones no es infinita. Por el lado social, está la cuestión de cuánta desigualdad está la población dispuesta a soportar y no sobrepasar ese límite. Por la parte territorial, tampoco las reivindicaciones de las nacionalidades históricas pueden ser ilimitadas, a riesgo de que la excepción deje de confirmar la regla para comprometerla. Convendría dedicar tiempo, esfuerzo y energía a definir bien cuáles son los vínculos con el Estado que deben ser intocables y exigir lealtad institucional a todas nuestras Administraciones, al modo en que ocurre en Alemania.

Reivindicamos la industria con su demostrada capacidad de generar empleo de calidad y de ofrecer un ascensor social al que se accede vía formación y esfuerzo individual. La industria con su capacidad para fijar población en la llamada España vaciada con grandes ejemplos de éxito: el coche en Galicia, la alimentación en Castilla y León, la energía en Aragón, los materiales innovadores en Andalucía. Articulación social y territorial. Si convenimos que el éxito de nuestra industria es requisito para nuestro éxito colectivo, entonces, haremos bien en plantearnos ciertas cuestiones:

  • No se puede querer lo que no se conoce. Es preciso hacer pedagogía en la sociedad española , desde la escuela, sobre nuestras capacidades industriales y las claves para su sostenibilidad.
  • Hay que orientar rápida y enérgicamente la formación profesional a las necesidades de nuestra industria; el divorcio entre ambas realidades es un lujo que, simplemente, no nos podemos permitir.
  • Es preciso fomentar más la reinversión de beneficios empresariales con incentivos tributarios ad hoc.
  • Debe dotarse a la I+D+i de más recursos y de más estabilidad jurídica.
  • Es clave terminar las infraestructuras pendientes a la mayor brevedad, con el ejemplo clamoroso del Corredor Mediterráneo.
  • Terminar con el falso dilema sobre si hemos de ser país de servicios o país industrial, cuando está demostrado que es la hibridación de los sectores secundario y terciario lo que catapulta una economía, véase el fenomenal caso de la provincia de Málaga. De este asunto hablaba con especial interés el maestro Emilio Ontiveros (DEP) días antes de su fallecimiento.

Abramos un debate ambicioso sobre nuestra industria y su futuro. A esta conversación estamos llamados todos: políticos, empresarios, sindicatos, universidades, entidades financieras….Hablemos de la industria vertebradora como ingrediente esencial de lo que Ortega soñaba como un “proyecto sugestivo de vida en común” que cohesione social y territorialmente a los españoles, con un vigor mayor, con un impulso nuevo.

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