Finanzas

La búsqueda de la rentabilidad obsesiona al sector agroalimentario de Almería

  • La campaña 20-21 comenzó con unos precios aceptables con un alza en la mayoría de los cultivos

Durante esta crisis sanitaria, el agro está sorteando los problemas que están teniendo otros sectores.

Durante esta crisis sanitaria, el agro está sorteando los problemas que están teniendo otros sectores. / Carlos Barba (La Mojonera)

La campaña 2020-2021 comenzó con unos precios para el agricultor relativamente positivos por registrar un alza con respecto al mismo periodo del curso anterior en la mayoría de los cultivos, salvo en tomate (-57%), y donde destaca el calabacín (+339%).

Sin embargo, esto se debe a múltiples factores circunstanciales donde, de hecho, ya en los últimos días se viene registrando un descenso. Por ello, y en un momento en el que la conciencia de los agricultores almerienses ha alcanzado su límite viendo como las cotizaciones medias son las mismas que hace quince años pero que los costes de producción y las exigencias en el manejo agronómico son cada vez más costosas, y por tanto el margen mucho menor, han desarrollado con movilizaciones recientes un cambio estructural del sistema de formación de los precios.

Este movimiento extendido especialmente entre los productores españoles con un modelo bajo abrigo alcanzó que el Gobierno aprobara el Real Decreto-ley 5/2020 de medidas urgentes en materia de agricultura y alimentación el pasado mes de febrero, y la más que inminente aprobación de la ley de modificación de la actual Ley 12/2013, sobre la cadena alimentaria y que transpone la Directiva Europea 2019/633 relativa a prácticas comerciales desleales.

En comercialización, se busca ser referencia por cantidad, calidad y calendario

Una Ley, que previsiblemente tendrá vía libre antes de que acabe el año pero que no goza del beneplácito de la comercialización por considerarla inadaptable a la realidad.

En este contexto, y además de las posibles normas que se planteé desde la administración, el propio sector es consciente de dónde hay que poner el foco para alcanzar un margen mayor en el primer eslabón de la cadena.

“El gran reto es la rentabilidad de todos los eslabones de la cadena. Cómo obtener más precio o gastar menos. Habría que trabajar en las dos cosas de manera paralela”, explicaba recientemente en director de Innovación Agroalimentaria de Cajamar, Roberto García Torrente, durante un encuentro con algunos de los protagonistas del sector organizado por la propia entidad.

“Vinculado con la comercialización hay que interactuar con todos los canales de distribución del mundo y ser proveedores de referencia por cantidad, calidad y calendario. Pero para eso hay que tener empresas grandes. No digo tener solo una empresa grande. Pero la vocación debe ser unas pocas”, explicaba este profesional sobre una tendencia que debe buscarse para mejorar la competitividad, y por ende, el precio.

Por su parte, Luis Miguel Fernández, gerente de Coexphal, considera que “hay que analizar todas las posibles mejoras. Veo en algunos cultivos una falta de rentabilidad. Estamos teniendo mismos precios en los últimos veinte años y los costes no paran de subir”. Por ello, considera que “tenemos una gran oportunidad de innovar y tener más kilos por metro cuadrado. Creo que mantenerlo a medio plazo no es posible si no se meten herramientas como Big Data y digitalización. Hay que ser competitivos vía rendimiento”, entiende Fernández en una clara apuesta por la incorporación de nuevas tecnologías hasta el límite de lo posible.

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