Artículo de opinión

La salinización del agua de riego reducirá la gama de frutas y hortalizas cultivables en Almería

  • El gran esfuerzo colectivo por la calidad y la sostenibilidad que viene realizando el sector hortofrutícola almeriense puede no ser suficiente si no se corrige la progresiva salinización

El campo almeriense destaca por su uso eficiente del agua y ahora cuenta con una certificación que así lo constata.

El campo almeriense destaca por su uso eficiente del agua y ahora cuenta con una certificación que así lo constata. / Rafael González

Teresa García, presidenta de Coitaal. Teresa García, presidenta de Coitaal.

Teresa García, presidenta de Coitaal.

La diversidad de frutas y hortalizas que se producen en la provincia de Almería durante todo el año está seriamente amenazada por la progresiva salinización del agua de riego, así como por la escasez de los recursos hídricos disponibles. El exceso de sales en el agua de riego tiene como principal consecuencia la limitación de cultivos elegibles para su producción en una zona determinada y obliga a que los agricultores solo puedan plantar cultivos más tolerantes a la salinidad. 

La Mesa del Agua ha comprobado que la mala calidad del agua de riego afecta seriamente a varias zonas del Poniente, el Levante y el Almanzora. Muchos productores han confirmado reducciones en la producción, al mismo tiempo que las cosechas afectadas solo ofrecen frutos con un calibre menor de lo habitual. Si no se frena el proceso de salinización del agua de riego, muchas zonas de producción de Almería perderán cultivos y, a medio plazo, el sector hortofrutícola provincial reducirá drásticamente su capacidad de ofrecer una amplia gama de frutas y hortalizas de origen local. Por todo ello, la Mesa del Agua de Almería reclama nuevos recursos hídricos para garantizar la continuidad del sector hortofrutícola provincial.

Otras consecuencias del excesivo contenido en sales del agua de riego es un aumento en el coste de producción, a consecuencia de la necesidad de utilización de fertilizantes cristalinos y abonos compuestos cuyo coste es mayor, junto con el uso de aminoácidos, materia orgánica líquida y ácidos húmicos de forma más frecuente. Además, el agricultor se ve en la necesidad de usar mayor proporción de agua desalada, cuyo precio es superior.

Por todo ello, el gran esfuerzo colectivo por la calidad y la sostenibilidad que viene realizando el sector hortofrutícola almeriense puede no ser suficiente si no se corrige la progresiva salinización del agua de riego, un proceso que dificulta la recuperación de las masas de agua subterránea en mal estado y que pone en jaque la sostenibilidad hídrica del modelo agrícola provincial. 

La Mesa del Agua recuerda que la solución no es regar solo con agua procedente de desaladoras, ya que el uso exclusivo de agua desalada, debido a su excesiva pureza y bajo contenido en minerales, eleva los costes de fertirrigación y puede ocasionar efectos perjudiciales sobre la productividad de los cultivos al provocar toxicidad por exceso de elementos como el boro. Además, el agua desalada es altamente corrosiva y puede deteriorar gravemente las conducciones de los sistemas de distribución, llegando a descomponer el cemento y el hormigón.

La escasez de agua de riego y el deterioro de la calidad de la misma son hechos que han sido denunciados reiteradamente por la Mesa del Agua, aunque las administraciones competentes siguen sin establecer un plan de acción que garantice la viabilidad del sector agroindustrial de la provincia, a largo plazo. La Mesa del Agua insiste en que se necesitan con urgencia nuevos recursos hídricos procedentes de trasvases, desalación y reutilización, con el objetivo de disponer de otras fuentes de agua que puedan mezclarse con las de origen subterráneo, las que se encuentran en peor estado.

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