Francis Montesinos | Diseñador

"No me va aquello a lo que me acostumbro. Me gustan los retos"

  • El creador de moda valenciano, famoso por idear los modelos más provocadores durante la transición, muestra más fuerza e ilusión que nunca de cara al 50º aniversario de su marca

Cincuenta años son muchos años. Se dice pronto. Vivir medio siglo de profesión supone muchas experiencias. No todos los que alcanzan esa edad lo hacen con la misma actitud. Muchos llegan cansados, arrastrando los años tras de sí. Otros, en cambio, lo hacen con positividad, comiendose el mundo, como si de una segunda (o tercera) juventud se tratase.

Sin duda alguna Francis Montesinos se encuentra en este último grupo. El modisto valenciano, junto a su marca, celebran el año que viene sus bodas de oro en el mundo de la moda y, por el momento, no hay nada ni nadie que lo pare. Cuando se le pregunta por cómo encara este aniversario, Montesino bromea. "Por el momento vamos tirando, que no es poco", ríe mientras se acomoda en el sillón cruzandose de brazos.

Los hechos hablan por sí solos. El pasado marzo Montesinos se embarcaba en una nueva aventura con la mudanza desde su tienda de toda la vida, situada en el barrio valenciano del Carmen, hasta Carrer de Martín, 5 (en pleno ensanche valenciano), donde ha inaugurado un nuevo espacio en el que pretende dar cabida a todo el proceso creativo: desde el diseño y la concepción, hasta la venta, pasando por la formación. "A día de hoy me encuentro cómodo con todo lo que he hecho", explica el diseñador. "No me va aquello a lo que me acostumbro. Siempre me han gustado los retos. Prefiero vestir a una mujer con un cuerpo más complicado que a una divina a la que todo le siente bien".

Hoy en día su marca posee, por el momento, un total de nueve licencias (entre muebles, ropa de hogar, calzado, fundas para móviles, trajes de comunión), e inclusose ha atrevido a decorar la Suite Real del hotel Westin Valencia. Ahora, su último proyecto también pasa por otro hotel, pero en este caso en El Puerto de Santa María, una ciudad que Montesinos siente como su casa, donde también diseñará la decoración de alguna de las habitaciones del hotel Puerto Sherry.

"En la moda debe quedar todo por descubrir. Nace y muere. Eso es lo que hace que esto sea tan bonito y maravilloso", reflexiona. "Antes me gustaba más divertir. Ahora visto a lo que sea", afirma el diseñador.

Desde su juventud ya apuntaba a maneras y, según él mismo cuenta, su madre lo vio siempre claro. "Mi madre me dio mucha libertad. Yo vestía muñecas y mi primera colección fueron diez collares que diseñé en la tienda de trabajos manuales que ella tenía", recuerda Montesinos. "En aquel tiempo, e incluso ahora, no todo el mundo consiente eso en un niño". Como no era buen estudiante ella misma lo apuntó a la escuela de artes y oficios donde siempre recordará como una frase "maldita e icónica" dicha por un profesor que marcaría su vida. "Recuerdo un día que el profesor pasó lista y se refirió a mí como Montesinos, el que siempre viene con esas pintas", recuerda. Por aquel entonces ya tenía un estilo bastante atrevido. Lo que no sabía ese profesor es que pronto "las pintas" de ese alumno vestirían a los grandes figuras de la movida madrileña. Primero fueron amigos a los que él mismo asesoraba para salir de fiesta los fines de semana. Luego vendrían Almódovar, Bibiana Fernández, las Bosé, las hermanas Molina... "Tuve la suerte de vivir y participar en un movimiento que me pegó por los cuatro costados", asegura.

"He vivido cosas increíbles que me han marcado mucho. Yo conocí Ibiza en los años 60, ¡cuando la carretera aún estaba sin asfaltar! Vivir el movimiento hippie allí me abrió los ojos y me descubrió que existía otra España, otros colores, ¡otra libertad!". Gran defensor de la marca España, su rebeldía y su espíritu rompedor lo harán pasar a la historia como uno de los diseñadores más atrevidos y osados de la moda española. En 1986 organizó un desfile en la plaza de Las Ventas, donde presentó la colección Made in Spain. Las crónicas de la época hablan de 16 millones de pesetas (alrededor de unos 96.000 euros actuales). Ha tardado varios años en reponerse de aquel espectáculo. Cuando se le pregunta por aquello, Montesinos se emociona.

"Todo se me ocurrió como un homenaje a una persona querida con la que parí todo esto. Me gustaba la idea de bajar la moda a la calle. No me arrepiento de nada", afirma este creador que confiesa que la primera vez que le pidieron un vestido para la revista Vogue no entendió muy bien el motivo. "Me pareció de señora mayor". A pesar de sus años, el inconformismo aún le dura. "Se aprende mucho observando y viendo, pero se aprende más haciendo y equivocándose", asegura.

"El joven siempre tiene que ser rebelde. Eso en mi época se veía más. Entonces todo estaba prohíbido y ahora todo está permitido. Quizás eso sea hoy más problemático", recalca. "Antes la gente quería ser diferente y quería participar. Hoy echo de menos eso,que la juventud quiera ser más partícipe". Queda claro que queda Montesinos para rato.

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