Turismo en Londres

¿Quieres hacer un picnic en los jardines de Buckingham?

  • Por 16,50 libras (unos 19 euros), los visitantes que lo deseen podrán visitar hasta septiembre los magníficos jardines que rodean la residencia oficial de la reina Isabel II

Primeros visitantes almorzando en los jardines de Buckigham.

Primeros visitantes almorzando en los jardines de Buckigham. / Efe

Ir de picnic a los jardines del Palacio de Buckingham, residencia oficial de la reina Isabel II en Londres, dejará de ser por primera vez en la historia una experiencia reservada para la realeza y sus invitados de altos vuelos. La reina acaba de abrir las puertas de su exuberante jardín, escondido tras infranqueables muros colmados de alambres, para dar la bienvenida a curiosos que quieran pasearse por los caminos de este particular oasis verde de más de 15 hectáreas.

La reina Isabel II, en una de sus famosas fiestas al aire libre. La reina Isabel II, en una de sus famosas fiestas al aire libre.

La reina Isabel II, en una de sus famosas fiestas al aire libre.

Ante la fachada trasera del palacio se extiende una inmaculada alfombra de césped que cada verano es testigo de multitudinarias fiestas organizadas por la soberana, con más de 8.000 invitados y la friolera de 27.000 tazas de té, 20.000 sándwiches y 20.000 trozos de pastel.

Excepcionalmente, esta llanura abandonará hasta septiembre toda solemnidad y protocolo para rendirse a los picnics de visitantes deseosos de comer a la sombra del palacio y del millar de árboles que presiden su jardín.

Explanada frente a Buckigham. Explanada frente a Buckigham.

Explanada frente a Buckigham.

Entre esta abundancia, destacan dos imponentes plataneros, plantados por la reina Victoria junto con el príncipe Alberto, que abren paso a un sendero custodiado por una restaurada casa de té originaria de 1939.El jardín de Buckingham no conoce el barullo urbano. Una alta frontera herbácea de más de 150 metros de largo lo mantiene lejos de todas las miradas y adorna el paisaje con una cuidada variedad de plantas.

Cuando Isabel II está en palacio, los jardineros crean cada lunes un ramo con estas flores para colocarlo en el escritorio de la monarca, tan aficionada a las rosas que pidió plantar varias en un punto estratégico para admirarlas desde su ventana, según cuenta una guarda del jardín. También alcanza a ver desde su apartamento el lago artificial que gobierna el jardín y que, en tiempos pretéritos, fue el rincón favorito de la realeza para patinar cuando helaba en invierno.

Vista del imponente lago desde al parque St. James. Vista del imponente lago desde al parque St. James.

Vista del imponente lago desde al parque St. James.

Más de 60 especies de aves, como gansos, patos, cisnes, garzas y cormoranes, encuentran refugio cada año en la isla central del estanque, accesible a través de dos puentes que el príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, mandó construir para poder cruzar a alimentar a los pájaros. Desde hace unos años, esta pequeña isla también alberga cinco colmenas, que producen alrededor de 230 tarros de miel anuales para su uso en varios menús de las cocinas reales.

Los visitantes que quieran explorar todos los recovecos del jardín tendrán que hacerse con una entrada, por un precio de 16,50 libras (unos 19 euros) para adultos, y reservar un día de entre un abanico de fechas que Buckingham ha ampliado debido a una “demanda excepcional”.

Aunque las visitas guiadas tienen un coste adicional, e incluyen la posibilidad de ver también el jardín de rosas, la casa de verano y el prado de flores silvestres, el personal que guarda los jardines ofrece charlas gratuitas a aquellos que se acerquen a preguntar.

Durante la pandemia, el palacio de Buckingham vio cómo su insigne inquilina abandonaba el aposento londinense para instalarse en el castillo de Windsor, al oeste de la capital británica, donde a sus 95 años sigue comandando el día a día de la agenda real.

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