Con un Gobierno tan hábil para desentenderse de los problemas, se comprende lo bien que le va al PSOE.

Por razones ignoradas, a Antonio Burgos se la ha negado, año tras año, la medalla de Andalucía.

Cualquiera sabe que el intento de rodear el Parlamento no es una manifestación democrática.

Al final ha imperado la cordura, aunque me sigo preguntando si son buenos los excesos en la política (los de Vox y Cs).

Torra, con su discurso de fin de año, no sólo ha enfadado a Arrimadas, sino también a los independentistas presos.

Los tres grupos de derechas no pueden dejar pasar la oportunidad que les ha dado el electorado andaluz.

Aparentar lo que no se es, o más de lo que se es, también ocurre con alguna frecuencia entre nuestros políticos.

Las izquierdas se empeñan en repartir patentes de demócratas, cuando sus ejecutorias dejan mucho que desear.

Asistir al discurso de Pablo Gutiérrez-Alviz era una ocasión para el disfrute y el aprendizaje.

Esta afición a las encuestas, que deben costar mucho dinero, creo que es un reflejo de las prisas de la vida moderna.