Opinión

La gallina de los huevos de oro

  • El autor reflexiona sobre las críticas de Mercedes Alaya y concluye que por cosas muchos menos dicharacheras se han abierto expedientes y diligencias a compañeros letrados.

Alberto Revuelta

Alberto Revuelta

La señora magistrada instructora de los ERE, del Real Betis, de Mercasevilla, de la prohibición de Agustín de Foxá, ha hablado. No desde el Sinaí como Elohim. Su voz ha resonado en entrevistas en medios selectos de la rancia alcurnia sevillana, en clubes innovadores, en universidades varias. En esos diversos teatros, con prosopon adecuado, ha puesto un paño al púlpito para que Júpiter capitolino prestara resonancia a sus denuncias sobre la triste condición de la Administracion de Justicia en esta sufrida piel de toro, con perdón de los animalistas.

Si la señora magistrada instructora de todas las causas causantes de la búsqueda de la rectitud en Sevilla en vía penal, en lugar de una juez de carrera fuera Belcalis Almánzar, CadiB, actuando en iHeart Radio Music, estaría en la cárcel cumpliendo dos años de encierro, ley mordaza mediante. Pero como es magistrada por oposición tiene bula. Hacer oposiciones en este país da mucho de sí. Tanto que el cincuenta por ciento de los jóvenes andaluces quiere ser funcionario. Han visto que el señor Rajoy, en el paro tras la moción de censura del malvado y rencoroso señor Sánchez, se ha ido a la playa de Santa Pola a ocupar su plaza de funcionario que había abandonado, sustituto interpuesto, hace treinta y siete años. Igual que los tres millones de parados del común que aún restan para llegar al pleno empleo de los tiempos de don Francisco, el presunto enterrado en lugar errado.

La señora magistrada instructora no ha dejado títere con cabeza en su locuaz deambular por tribunas escogidas. Dixit (chispa arriba, chispa abajo): El Consejo General del Poder Judicial está minado en su libertad e independencia por las designaciones de sus vocales políticamente mediadas y pactadas. Los nombramientos  de cargos en las estructuras jurisdiccionales se balancean en función de oscuras pertenencias a grupos, sociedades, asociaciones o clanes ideológicos. Se ha engañado a ella misma por parte de otros magistrados que le habían garantizado su continuidad en el simultáneo cargo de magistrada de la Audiencia y de comisionada para agostar la instrucción EREtica. El TSJA participa de semejantes deslices y otros que veladamente sorprenden a su señoría ilustrísima.

La señora magistrada instructora ya había puesto a apear de un burro a su sustituta en el Instrucción número 6 de los de la capital andaluza. Silencio total de los superiores togados de ambas señorías. En estas recientes intervenciones se ha despachado a modo contra el juez de refuerzo al que ha descrito como un vago de siete suelas amigo de clubes equinos en horas de oficina, aunque, faltaba más, almorzando con su santa esposa. Et reliqua.

La señora magistrada instructora considera que entregar la instrucción de los casos a los fiscales, también funcionarios por oposición, es meter la zorra en el gallinero para cuidar a las gallinas. ¡Válgame el Señor! No podía imaginar, abogado del común que soy, y actuando pro bono en las 3000 desde hace años, que los funcionarios de la Fiscalía se trasmutarían en zorros -y empleo a conciencia la dicción machista del RAE- para perseguir al gallinero de los justiciables. ¿Es temerario suponer que la fiscal jefa de esta Auđiencia ha aceptado ir a la Villa y Corte para evitarse el riesgo de tal transmutación epigénica?

La señora magistrada instructora acaba de hacer saber que en la instrucción de la causa sobre el Real Betis Balompié y don Manuel Ruiz de Lopera, el Gran Poder por medio, comprobó la desaparición de veinticinco millones de euros y otras graves deficiencias. Olvidó decir que un auditor del Betis, era casualmente compañero de despacho de otro auditor años ha del mismo club y que, por la gracia sacramental reiterada, era su esposo. Pero si ha dicho que no ha leído la sentencia de la Sección Tercera de esta Audiencia, que es absolutoria. Puestos a no leer es esperable que tampoco haya leído la sentencia de trescientos folios largos sobre Mercasevilla, que destruye punto por punto su instrucción, ni tampoco la de Agustín de Foxá que hizo otro tanto.

Y los señores magistrados presidentes de esta Audiencia, del Tribunal Superior de Andalucia y del Consejo General del Poder Judicial dudan sobre cómo actuar. Por cosas mucho menos dicharacheras se han abierto expedientes y diligencias a compañeros letrados. La igualdad de la ley para todos suena a broma viendo lo que estamos viendo y oyendo lo que estamos oyendo. Et sic de ceteris.

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