La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

La Granada de 2050

Sabiendo la eternidad que nos cuesta en Granada cualquier proyecto, igual sí debería haber alguien pensando ya en 2050

Vista de la Estación de Granada, con dos trenes AVE, y semioculto un MD convencional

Vista de la Estación de Granada, con dos trenes AVE, y semioculto un MD convencional / Álex Cámara

Aunque da vértigo solo pensar qué edad tendremos en 2050 (¡soñemos primero con llegar!), hagamos un esfuerzo utilizando al presidente Sánchez de modelo: estará jubilado pero seguro que se deleitará dando lecciones de cómo treinta años atrás el país paró en seco por una pandemia sanitaria y fue su Gobierno socialista-progresista-podemita quien fijó los pilares de la reconstrucción para una España más rica y envejecida, que comería menos carne, pagaría más impuestos verdes y ya no cogería aviones para trayectos cortos. Más igualitaria y más solidaria, más cohesionada y más avanzada.

Resulta difícil distinguir los memes de las noticias (supuestamente serias) sobre el plan estratégico que Pedro Sánchez ha presentado esta semana en el Museo Reina Sofía (¿símbolo del arte de vanguardia o metáfora de lo cerca que están fantasía y realidad?) con el trabajo que un centenar de expertos ha realizado en el último año para diagnosticar, pensar y proyectar el país "ideal" que queremos para nuestros hijos. Nueve grandes desafíos, 50 objetivos, 200 medidas y 676 páginas. De la mejora de la educación a la jubilación activa; de los incentivos a la inmigración a la "neutralidad climática"; del aumento de la productividad al freno de la despoblación.

El presidente del Gobierno ya se ve haciendo historia, como aspirante de Adolfo Suárez y John F. Kennedy pero con tics de Peter Pan, cogiendo el testigo de la gran transformación que España experimentó con la muerte de Franco y el fin de la dictadura. Escribiendo una nueva "transición" desde la Oficina de Prospectiva y Estrategia a Largo Plazo que ha improvisado con su jefe de gabinete, el escurridizo Iván Redondo.

Todo son críticas… y cachondeo. Empezando por la imagen de marca del Plan 2050. Y es que, más allá de las ingeniosas parodias que no dejan de multiplicarse en redes sociales, nadie ha explicado por qué se le ha colocado un cero delante (02050) a la fecha futurista que sostiene el calculado plan con que el Ejecutivo de Sánchez quiere dar un impulso a la parte final del mandato haciendo un esfuerzo para poner el foco "en lo realmente importante".

A cuenta de la crisis migratoria en Ceuta, contaba el otro día Eduardo Jordá la anécdota de una librera de Tánger a la que no dejo de dar vueltas: le decía que, a diferencia de los españoles, los políticos marroquíes son muy inteligentes y son capaces de pensar a largo plazo. No tienen escrúpulos, es evidente, pero también que los subestimamos.

El Plan de Sánchez probablemente tenga tantos motivos para criticarlo como páginas engordan el documento, pero reconozcamos que nos hemos lanzado a crucificarlo sin ni siquiera leerlo. A comienzos de semana, nada más anunciarse la presentación, ya se convirtió en carne de cañón de las tertulias.

Será la maldición de los planes estratégicos. Los queremos y, cuando los hacemos, los criticamos y los enterramos en un cajón. No hay quien nos entienda. En Granada somos grandes expertos. No recuerdo ni un solo debate sobre el estado de la ciudad en el que los partidos no se hayan enfangado reprochándose la falta de miras para diseñar una Granada a largo plazo y para dejar de pelearse por temas sin recorrido en un bucle entre narcisista y egoísta de 'qué hay de lo mío'.

Granada en 2050. No es tanta ciencia ficción pensar qué ciudad queremos para dentro de treinta años si tenemos en cuenta la eternidad que necesitamos para desbloquear cualquier proyecto… Pensemos en infraestructuras como el AVE y el Metro, en carreteras como la Autovía a la Costa y la A-7 o en iniciativas empantanadas como la Presa de Rules o el Teatro de la Ópera… Es más, tenemos un horizonte mucho más cercano, la Granada del 2031, y no conseguimos despegarnos del momento comisión. Luego nos lamentaremos de no haber sido capaces de poner las luces largas… Como nos pasó con el Milenio, otra oportunidad perdida diluida en un puñado de actividades difíciles de recordar… Bueno, el concierto de Miguel Ríos no estuvo mal. Aunque mejor no queramos saber cuánto costó…

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios