La colmena

Magdalena Trillo

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Luis Salvador y Rappel

Con la salida de Hervías, el alcalde de Granada está más cerca de ser candidato de Cs a la Junta que de irse al PP

Juan Marín y Luis Salvador, en una imagen reciente

Juan Marín y Luis Salvador, en una imagen reciente / M. G. (Granada)

Lleva razón el alcalde de Granada: estos días es más fácil acertar preguntándole a Rappel que a los propios protagonistas. Y por una triple razón: entra en colisión tu propio espacio de juego, el cambio de paso al que te obliguen los adversarios y el altavoz con que se cuente todo desde el tablero mediático. Nada hay peor para un aficionado al póker que se levanten las cartas antes de tiempo. ¿Y no es eso lo que está ocurriendo?

En Granada habrá cambios; pero la pregunta es cuándo y cuál será el escenario final. Luis Salvador ha puesto el freno: un momento de impasse con el que visualizará que no sigue los pasos de Fran Hervías refugiándose en el PP. La salida del señor Lobo de Cs, con hilo directo con García Egea, no sólo tendrá consecuencias en Murcia, donde ya ha trascendido su papel clave para desbaratar la moción de censura. También tendrá un amplio recorrido en Andalucía y Granada. Basta conocer su trayectoria para vaticinar, sin necesidad de recurrir al vidente de las túnicas brillantes y el recogido trenzado, que seguirá ejerciendo de fontanero desde Génova.

La situación del Ayuntamiento de la capital ya era diabólica. El propio alcalde era consciente del ultimátum que el expresidente del PP, Sebastián Pérez, le había dado para coger el bastón de mando en mitad del mandato (el famoso 2+2 para Cs y PP) y ningún grupo apostaba a que pudiera llegar vivo al verano.

¿La crónica de una salida anunciada? La realidad, de momento, es la que es: determinada por los propios intereses del protagonista, que asegura que su intención es no moverse de la Plaza del Carmen, pero también por el contexto. Y nada tiene que ver su situación hoy, con Hervías en el núcleo duro de decisión en el PP, con la de hace una semana. Porque, aunque son conocidas sus conversaciones con García Egea y Bendodo -él las niega-, la mano del Lobo en Madrid será implacable para vetar su acogida en el PP.

Al otro lado, sin embargo, ha ganado puntos en cuestión de horas. Por su buena relación con Juan Marín -la enemistad inicial se convirtió en pasión cuando los dos unieron sus caminos contra Hervías- y por la nueva situación de fortaleza del vicepresidente de la Junta. No está el equipo de Arrimadas para ningunear a un alcalde ni para descartar que pueda ser -si el partido aguanta y Marín le da paso- su mejor baza como candidato a la Junta. Más aún con el sector crítico huérfano tras el salto del Lobo...

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