La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

El comité fantasma que decidió la desescalada de Granada

La Costa de Granada, foco sensible  en el mapa de rebrotes de agosto.

La Costa de Granada, foco sensible en el mapa de rebrotes de agosto.

El comité de expertos en la desescalada "no existe". A la confesión del ministro de Sanidad, que ha admitido esta semana en sede parlamentaria que los "técnicos de prestigio" que decidieron el paso de fase en el confinamiento prácticamente se limitaban al doctor Simón y su equipo, le ocurre como a las mentiras banales que deslizamos sin necesidad. Casi sin darnos cuenta. Para no entrar en conflicto; para quedar bien. ¿No les ha ocurrido alguna vez? Te hacen una pregunta, respondes con contundencia y, cuando ya no hay remedio, te fustigas por la estupidez. ¡Qué necesidad había! Y es que el problema termina llegando por la mentira en sí, en lugar de por el hecho que intentábamos soslayar.

El caso es que, al final, Bendodo llevaba (parte de) razón cuando desde la Junta se cuestionaba que el Gobierno permitiera que en otras comunidades se desescalase por distritos sanitarios y a Andalucía se negó esa opción para Granada y Málaga. Les recuerdo el timing. 8 de mayo. Otro viernes pendientes de la rueda prensa de Sanidad para saber qué territorios dejaban la fase 0. No había sorpresas. Las dos provincias andaluzas con peores datos epidemiológicos rompían el mapa regional, en nuestro caso, arrastrando a la Alpujarra y a la Costa Tropical. No habría excepciones. Una semana más de paseos solitarios, deporte individual y apertura de locales con cita previa.

Desde la Junta (PP-Cs) arremetían contra el Gobierno central (PSOE) por entender que se "castigaba" a Andalucía por "razones políticas". Sí y no... Seamos precisos: motivos para ser cautos en el desconfinamiento había (bastaría esperar unas semanas para ver que Granada se convertía en el foco negro del coronavirus en la comunidad) y es verdad que fueron "políticos" quienes tomaron la decisión. Pero sobre la base de informes técnicos. Los matices son importantes. Y la transparencia más.

Los atajos siempre tienen consecuencias. Y es lo que le ha ocurrido al equipo de Pedro Sánchez con un ministerio de Sanidad sin músculo que ha estado los tres meses del estado de alarma escudándose en "expertos de reconocido prestigio" para diluir la responsabilidad sobre las decisiones más duras y controvertidas. Por el ingobernable tablero de poder en la España autonómica de reinos de taifas y por su difícil encaje ciudadano. Comprensible pero no justificable.

Continúo el timing. 5 de junio. Otro viernes vespertino pendientes del televisor. Granada y Málaga pasaban a la fase 3 por la vía exprés. Apenas llevábamos cinco días en el segundo escalón cuando nos abrían las puertas para poder pasar el lunes siguiente al último estadio de la desescalada junto al resto de provincias. Era una decisión clave para rozar la nueva normalidad que debía traer la movilidad y la reactivación económica y turística. Madrid cerraba el conflicto con Sevilla por el "trato desigual", consciente de que en cuestión de semanas se pondría fin al "mando único" de gestión de la crisis y sería cada autonomía quien tendría que lidiar con los contagios. Y con los rebrotes. Y tomar las decisiones difíciles. Como aprobar el BOJA que imponía el uso obligatorio de la mascarilla con multas de cien euros o el que acaba de enfriar la campaña estival con nuevas restricciones del botellón y el ocio nocturno.

Lo curioso es que en ese momento, como desveló este periódico a final de junio cuando tuvimos acceso al informe específico de Sanidad, no hubo ni técnicos (ni razones técnicas) que sostuvieran la excepcionalidad realizada con las dos provincias andaluzas para no cumplir los 14 días estipulados para el cambio de fase. El documento del Ministerio resolvía el asunto destacando que la pandemia se había contraído en la comunidad con 1,85 casos por cada 100.000 habitantes y destacaba la capacidad asistencial, de detección y control del virus que había puesto en marcha la Consejería de Salud de la Junta. ¿Ahí lo llevas?

La portavoz del Grupo Asesor del Conavirus en Andalucía, la doctora Inmaculada Salcedo, reconocía ayer en una entrevista en este diario que se esperaban "pequeños rebrotes" pero "no contaban con un repunte en verano" como el que se está registrando en todo el territorio nacional, con Aragón y Cataluña como focos sensibles, y con contagios extendidos a todas las provincias andaluzas. "Controlado", sin presión hospitalaria, pero preocupante.

Si miramos hacia atrás, si somos consecuentes con el desafío que tienen las autonomías para compaginar la normalidad con la amenaza del virus, casi habría que darle la razón al ministro Illa cuando enfatiza que, "en un contexto muy difícil", España consiguió una desescalada "razonablemente correcta". Y casi resulta anacrónico que sigamos anclados en la petición de responsabilidades por el estado de alarma cuando la incertidumbre real está en la hoja del calendario que acabamos de estrenar y, sobre todo, en la que nos acecha en septiembre.

Fuimos capaces de abrir bares, comercios y hasta discotecas, pero no está tan claro cómo lo haremos con los colegios. Y las guarderías. Y la universidad. Con un tejido social golpeado por el paro y una economía agonizante que ya está oficialmente en recesión. Habrá técnicos y expertos con los que contar, seguro, pero serán políticos quienes tendrán que dar la cara. Así lo decidimos en democracia; de eso se trataba.

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