La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

¿Qué estamos haciendo mal en Granada?

Lo que más debería preocuparnos es que haya familias que se nieguen a colaborar. Y ha ocurrido en Granada, pero también en Galicia

Un golpe de nueva realidad: Motril cierra Playa Granada por superar el límite del aforo

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Covid-parties. Se van de fiesta para ver quién se contagia antes. Gana quien primero confirme con un test PCR que la estrategia de agolpar a jóvenes infectados y sanos ha dado resultado: un infectado más por Covid-19. El premio es un bote con dinero que va variando en función de la participación. Los bomberos de Tuscaloosa (Alabama) pensaban que eran rumores hasta que hace unos días se convirtieron en testigos inesperados de una de las fiestas y la noticia se propagó por los medios a la misma velocidad que el virus.

Pero qué trascendencia real tiene sumar un insignificante dígito en la estadística de un país que bate a diario su tasa de contagios, que se ha situado ya en el top mundial con 2,7 millones de casos y más de 130.000 muertes y que, pese a que la epidemia sigue creciendo en 40 de los 50 estados, todavía se plantea si la batalla contra el Covid tiene más que ver con la política que con la salud pública. Si ser republicano o demócrata condiciona que haya confinamiento o desescalada, que llevar mascarilla sea obligatorio o una tontería, que las playas, cines, restaurantes y comercios estén abiertos o cerrados.

"Lo más patriótico que pueden hacer este año es quedarse en casa". ¿Un 4 de julio encerrados? No Trump, por supuesto. Y no sin barbacoas y fuegos artificiales. El llamamiento de las autoridades sanitarias para la celebración del Día de la Independencia resultaba este viernes casi un oasis de sensatez ante la prueba de fuego que supondrá su gran fiesta federal en la propagación del coronavirus. El cierre de fronteras no es suficiente. Que Europa mantenga vetados a los viajeros de Estados Unidos, Rusia o Brasil es una lógica decisión de Estado que no tendrá recorrido, en términos medibles de efectividad, si no acabamos con las anécdotas. Y ahí cuenta la gestión sanitaria e institucional, la economía y hasta la geopolítica pero no tanto como lo que hagamos desde abajo.

En Granada estamos preocupados y hay razones, pero no más que en el resto del país. Ni de Europa (ahí está Reino Unido volviendo a confinar) o del mundo (hasta en Suecia se desdicen ya de su inmunidad de rebaño). Esperábamos la segunda ola para otoño y, si analizamos fríamente el mapa con el avance de rebrotes por todas las autonomías, la realidad es que la amenaza está ahí.

No es alarmismo; es la constatación de lo que ya sabíamos. Que el virus seguía ahí fuera -más virulento según las últimas publicaciones científicas- y lo único que ha cambiado es que ya no estamos encerrados. Porque a la vacuna le queda (la OMS acaba de echar un jarro de agua fría sobre las eufóricas expectativas de algunos laboratorios) tanto como a los fármacos para el tratamiento médico (por mucho que USA acapare las existencias de Remdesivir atribuyéndole una capacidad antiviral que es parcial).

¿Riesgo de confinamiento?

Aunque parezca una contradicción, siempre he pensado que los espejos que distorsionan son los que acaban irradiando más autenticidad. En el caso del Covid, Estados Unidos está funcionando de pantalla global y resulta útil para enfocar el terreno local. En Granada no estamos retrocediendo a la situación de marzo y no es el confinamiento ninguna salida asumible para la quebradiza economía provincial.

Eso no quiere decir que no haya que cerrar un bar, un comercio o una playa; que no haya que poner a familias y grupos en cuarentena; que no haya que limitar puntualmente la movilidad. Pero es la responsabilidad, y la colaboración de todos, lo que nos acercará al libre de Covid que ya rozan muchas provincias o nos mantendrá (aquí también) en el furgón de cola.

El problema no es la boda ni la fiesta en sí (paya o gitana); todos estamos expuestos. Lo que debería alarmarnos es que las familias afectadas pongan problemas a las autoridades sanitarias para controlar y atajar el brote. Que se escondan y que engañen. Ha ocurrido hace unos días en Granada pero también en Galicia. Esta semana hicimos una encuesta entre nuestros lectores y no puedo estar más de acuerdo con la reflexión mayoritaria: no habría que dar pasos atrás si todos fuéramos responsables...

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