La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

La revolución sénior

Basta que te jubiles para que tus hijos te nombren canguro honorífico de los nietos

Más de medio millón de españoles superan los 90 años... ¡y quién lo diría!

Más de medio millón de españoles superan los 90 años... ¡y quién lo diría!

En un mes cumplo años. No les diré cuántos (ya lo pregona Facebook por mí) pero sí que empiezo a sentir que llego al momento de la vida en que uno le da la vuelta al jamón. Qué poco poético, ¿verdad? Las señales del precipicio son aterradoras. Casi de show de medianoche: esos brazos flácidos que saludan por ti, esa agenda de contactos en el móvil que no deja de menguar, esos verbos en futuro que son ya presente (cuando no pasado) atisbando los sueños, ilusiones y ambiciones que pasan de golpe a mejor vida. A otra vida.

No estoy deprimida; al contrario. Hace un año que dedico un día de la semana a viajar en AVE a Madrid. Que me paro a pensar. A sentir cómo vuela el tiempo, a ver cómo se estanca, desde la ventanilla del tren. Preparando el debate en La Hora de La 1, me topé con una entrevista a Fernando Ónega en SenioryMas a la que no dejo de darle vueltas: medio millón de españoles tiene más de 90 años; los mayores de 65 son la tercera economía del mundo; en tres décadas, uno de cada tres españoles ya habremos llegado a la jubilación. ¡Ahí estaré yo! ¡Qué digo; mucho antes! Y no serán otros; seremos nosotros.

Hablamos de "tercera edad" porque ahí los hemos querido relegar en nuestro cronograma de prioridades. Menos mal que hay películas como Buena suerte, Leo Grande para hablar de sexo cuando ya no toca. Menos mal que hay aplicaciones como Tinder para desmontar el mito de la media naranja y transmutar eso que llamamos "amor" en algo líquido, caprichoso y prosaico. Quién sabe si más verdadero.

Cumplir años no significa dejar de desear, de crecer, de palpitar. Carlos San Juan se hizo famoso con su "Soy mayor, no idiota" pero su mensaje no termina de torpedear los muros de los prejuicios y el egoísmo. De todos. Y no estoy pensando (solo) en el aislamiento tecnológico, la brecha digital o la exclusión financiera. Basta con que te jubiles para que tus hijos te nombren canguro honorífico de tus nietos. ¿Ley de vida? No, ley de mercado. Del que ha descontado el talento sénior.

Antes de final de año, España quiere acordar la segunda reforma de las pensiones. A peor. Se ampliaría el cómputo a 25 años y, en plena crisis inflacionista, otra rebaja efectiva. En Francia, Macron deshoja la margarita para llevarla de los 62 a los 65 y aquí no dejo de escuchar a compañeros que no dan el paso porque no se lo pueden permitir.

Tal vez he escrito este artículo demasiado pronto. O tal vez no. La Revolución de los Pensionistas no va con los otros

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