Alfonso Calderón de Castro | Pianista

"Guinjoan fue el mejor compositor para piano de la segunda mitad del siglo XX"

  • IBS Classical publica el primer volumen de una nueva integral de la música para piano del gran compositor tarraconense Joan Guinjoan (1931-2019) que ha emprendido el pianista Alfonso Calderón de Castro

El pianista malagueño Alfonso Calderón de Castro

El pianista malagueño Alfonso Calderón de Castro / Michal Novak

El año 2019 arrancó con una muy mala noticia para la música. El 1 de enero fallecía a los 87 años Joan Guinjoan (Riudoms, Tarragona, 1931 – Barcelona, 2019), uno de los más importantes compositores españoles del último medio siglo, un hombre admirado tanto por su obra artística como por su integridad personal y su bondad. El pianista malagueño Alfonso Calderón de Castro reafirma lo que repiten prácticamente todos los que lo conocieron: “Para mí fue un colega, un amigo y casi un padre. Tenía un corazón y una grandeza espiritual difíciles de encontrar. A mí no dejó de apoyarme ni de estimularme ni siquiera en los malos momentos que pasó en sus últimos años. Era un ser humano excepcional. Y eso traspasa a su música. No sé muy bien cómo explicarlo, pero es así. Todavía me cuesta hablar de él, porque me toca la fibra sensible". 

–¿Cómo empezó su relación con él?

–En 2009 yo estaba en París y recibí la invitación para dar un concierto en la Residencia de Investigadores de Cataluña, en el que tenía que tocar una obra de Guinjoan. Así que monté Chez García Ramos, una pieza de principios de los años 60. El maestro tenía otro compromiso anterior y no podía venir al concierto, pero mi sorpresa fue que vino a verme antes del concierto y tuvimos una audición privada. A partir de ahí fue el no parar. Para un homenaje por su 80 cumpleaños en 2011 me pidieron que tocara Verbum. Y desde ese momento la relación fue muy intensa. Empecé a montar repertorio con su música, y de hecho en los últimos años prácticamente no he hecho otra cosa, he estado trabajando casi exclusivamente su obra. Nos veíamos en casa de Margarita Serrat, una profesora del Liceo, y ya los últimos años, en que no estaba bien de salud, iba directamente a su casa. Eran sesiones que empezaban a las 10 y media o las 11 de la mañana y terminaban a las 7 de la tarde.

–¿Y la decisión de grabar su música estaba tomada ya antes de su muerte?

–Él se interesó desde que me conoció. Me insistía mucho en que tenía que seguir trabajando repertorio clásico y mirar también su obra, porque conectaba muy bien con ella, y me iba haciendo sugerencias sobre las obras que podía grabar. Él quería que se hiciera este disco que acaba de salir, con estas obras. Tanto el título como el diseño del programa estuvieron revisados por él. No pudo escuchar la grabación, porque falleció antes de que lo grabáramos. Pero yo estuve hablando con él hasta el último día, pasé mucho por su casa. En septiembre grabé un vídeo con el contenido entero del disco, para verlo con él. Había trabajado todas las obras con él. Son las obras más grandes que tiene, no sólo por sus dimensiones sino por su valor musical. Por eso el título de Obras fundamentales. Que lo son, no sólo suyas, sino del pianismo internacional. En mi opinión, Guinjoan fue el mejor compositor para piano de la segunda mitad del siglo XX.

"Su música puede ser muy difícil; de hecho, hay pasajes que la primera vez que los veía yo cerraba la partitura, pero son pianísticos todos. Todos tienen una salida, una resolución"

–Este álbum contiene música de la segunda mitad de los 70 y un par de obras ya del siglo XXI. ¿Hay elementos comunes a toda la música para piano de Guinjoan?

–El García Ramos fue la primera obra suya que yo toqué. Es de 1962 y me parece una opción ideal para penetrar en su mundo: ahí están ya el tratamiento de la disonancia, su poesía, su tratamiento del ritmo y de la tímbrica. Pero lo más relevante para mí es que él fue un gran pianista. Dio muchos conciertos a principios de los años 60. Finalmente decidió dedicarse a la composición, pero le apasionaba el instrumento. Tocó a Liszt, a Albéniz, a Beethoven, a Rameau... Conocía el instrumento. Y escribe para el pianista. Su música puede ser muy difícil; de hecho, hay pasajes que la primera vez que los veía yo cerraba la partitura, pero son pianísticos todos. Todos tienen una salida, una resolución. Hay otros compositores contemporáneos que escriben para el piano, y su música está muy bien, pero no están pensando en el pianista. Guinjoan se mimetizaba con el instrumentista, siempre, y no sólo en su música para piano.

Guinjoan -Calderón de Castro Guinjoan -Calderón de Castro

Guinjoan -Calderón de Castro

–¿Puede poner algunos ejemplos de eso?

–Por ejemplo, Au revoir Barroco es una obra en la que te encuentras todos los recursos pianísticos imaginables, pasajes polifónicos, semicorcheas a gran velocidad, arpegios, saltos, cruces de manos... Eso sí, todo está en el teclado, no hay técnicas extendidas, ni siquiera una búsqueda de efectos extraños a través de los pedales. Es una obra lisztiana, con la fuerza de un Beethoven, la trascendencia de un Schumann, tres compositores que él adoraba. Tiene el hándicap de la dificultad, pero está todo tan bien escrito para el instrumento, que te sientes bien interpretando algo así, y cuando resuelves todos los problemas que la obra te plantea la disfrutas absolutamente. 

Dígraf es una obra muy vinculada a las vanguardias de los años 50 y 60.

Dígraf es extraordinaria. Se podría aproximar a la Klavierstücke nº11 de Stockhausen. O a la 3ª sonata de Boulez. Como en Boulez, la obra está hecha de formantes. Guinjoan dispone diez elementos y deja que el intérprete los ordene de la manera que prefiera. Puede pensarse en el azar, pero no es una obra aleatoria, porque hay una lógica detrás. Él es un compositor muy lógico, muy abierto, pero muy lógico siempre. Son diez células muy pequeñas, pero están perfectamente escritas. Dispone que el intérprete las use y las repita cuantas veces quiera. Pero yo he respetado todas las grabaciones que existían de la obra, y las he hecho dos veces, como todos, una vez con un orden y la segunda, con otro orden. Esta obra explora todas las posibilidades del instrumento. Utiliza mucho staccato, non legato, alterna picado y ligado en secuencias grandes, utiliza trinos, arpegios pianísticos, hay un nocturno muy libre..., y yo he buscado darle un sentido a todo eso. Todos los que hemos tocado esta obra la queremos mucho. Es una obra muy profunda. Tiene mucha fuerza, mucha poesía, casi está mirando al universo.

–Abre el CD con Jondo, que es posiblemente la obra pianística más difundida del compositor.

–Sí, es la obra estrella del maestro. Él decía que siempre funciona muy bien. Creo que el título ya es atractivo. A ciencia cierta no sé si la escribe a raíz de conocer a Carmen Amaya. Quedó impresionado con esta mujer, a la que le dedicó una obra. Estudió todos los ritmos del flamenco, también la música de la Semana Santa que conocía de su pueblo y que aparece en muchas de sus obras. Mezcla el quejío, el ritmo con todo ese ambiente y una especie de cante jondo. Todo ello teniendo en cuenta que es una pieza dodecafónica. Y las disonancias están ahí, están realmente en toda su producción. A mí me parece una obra comparable quizá a la Fantasía Bética de Manuel de Falla.

Tempo breve es una obra encargo del Concurso de Piano de Jaén de 2007...

–En efecto, y él no quedó demasiado satisfecho con el final, así que cuando lo trabajamos juntos cambió algunas cosas. Grabo por eso una versión diferente a las que se hacían hasta ahora. Queda pendiente una edición de la nueva cara de esta obra.

"Posiblemente al coetáneo que más respetaba era a Ligeti, pero Ligeti no compuso obras de piano tan ambiciosas"

–¿Qué otras influencias aprecia en la música pianística de Guinjoan?

Boulez, Xenakis, Stockhausen están desde luego ahí, pero posiblemente al coetáneo que más respetaba era a Ligeti. Eso sí, Ligeti tiene un concierto y una serie de estudios, pero no compuso obras de piano tan grandes ni tan ambiciosas como las que dejó Guinjoan. También respetaba y hablaba con admiración de Wolfgang Rihm, sobre todo por sus cuartetos. De todos modos, él siempre decía que donde empieza la música contemporánea y donde cualquiera debe empezar a trabajar es en Debussy y en Bartók, y yo estoy de acuerdo con él. Todos los compositores actuales tendrían que partir del estudio de estos dos maestros, que aún están con los cuerpos calientes, y esto último también es expresión suya.

–¿Cuántos discos contempla para la integral?

–En principio, creo que serán tres, aunque hay obras que aún están en manos privadas y no sé exactamente si al final serán 30 o 32 piezas las que podré registrar.

–¿Hay inéditos en disco?

–No sólo en disco. De las 13 obras que en principio contemplo para el segundo cedé, que serán obras de los años 60 y anteriores, seis no se han grabado nunca y al menos una creo que ni siquiera se ha presentado en público. Luego quedaría un tercer disco con todo el resto de obras que hayan quedado.

–¿Para cuándo?

–Esto es como las sagas de cine. Que cuando sale la primera película, ya quieres ver la segunda y la tercera. Un plazo razonable sería sacar el segundo disco en 2020 y el siguiente en 2021. Acaba de salir el primero y hay que darle su tiempo, pero tampoco quiero aletargarme y  empantanarme con este proyecto. Lo hago por él y por su música. Creo que debo hacerlo.

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