Icónica Sevilla Fest

Kase.O derrocha vitalidad en Icónica

  • El artista, que ha anunciado su retiro indefinido, cautivó a su público en la Plaza de España

Kase.O en la Plaza de España

Kase.O en la Plaza de España / José Ángel García

Uno de los interesantes aspectos por los que se caracteriza la edición de este año de Icónica Sevilla Fest es porque está sirviendo para tener la oportunidad de ver en directo a artistas y bandas por última vez. Dejando aparte que por su edad ya tengamos muy pocas posibilidades de poder disfrutar de nuevo de Deep Purple y Patti Smith, hay otros, todavía jóvenes, que se retiran de los escenarios poco después de pasar por aquí, como será el caso de Izal y Juanito Makandé dentro de unos días, o del que tuvimos en la Plaza de España anoche mismo, Kase.O, porque cuando termine la actual gira se va a retirar por tiempo indefinido, algo que está haciendo pensar a muchos de sus seguidores que es el anticipo de su definitivo adiós. Aunque los motivos de cansancio físico y mental que aduce para ello no se correspondan en absoluto con la vitalidad con la que se mostró anoche sobre el escenario y la pasión que le puso a todo lo que hizo.

Hace once años, Javier Ibarra, que es el nombre real de Kase.O, grabó un disco con una banda que había montado tres años antes, una vez terminada su larga etapa con los Violadores del Verso, con músicos de jazz que respaldasen sus rimas de MC clásico, con bases e improvisaciones de ese otro estilo tan apartado, aparentemente, del hip hop. Después de rodar bien al grupo a base de muchos conciertos, se metió con ellos en los estudios de grabación para dar forma a un disco, que en el 2021 cumplió diez años. Ese fue el motivo de celebración para volver a juntar a la banda y dar con ella una extensa gira de conciertos, que finalizará el próximo mes de marzo y marcará el punto probablemente final de su carrera.

Kase.O Kase.O

Kase.O / José Ángel García

Esa gira de conciertos fue la que trajo anoche a Sevilla a Kase.O Jazz Magnetism, que es el nombre con el que bautizó a este singular proyecto, formado por Daniel Comas, el payés del jazz, que tocaba la guitarra eléctrica en Groove Station y le hizo a Repartiendo arte una introducción a solas con su instrumento para enmarcarla; Juan Pablo Balcázar, bajista chileno formado en Barcelona, al que conocíamos de sus andanzas con The Heckler; Daniel Domínguez, batería de Unexpected, leyenda viva del break beat, y Hugo Astudillo, profesor de saxo y habitual músico de estudio. En estos conciertos además tienen el refuerzo de las potentes percusiones, que se hicieron notar sobre todo en el preámbulo de Mitad y mitad, de Juan Rodríguez Berbín, nombre ya familiar para nosotros por sus colaboraciones con Mala Rodríguez y Rosario La Tremendita. Con semejantes mimbres a ninguno de los casi 3.000 espectadores que nos reunimos ante el escenario nos extrañó la enorme química que se produjo, no ya entre ellos mismos y Kase.O, sino cómo supieron exponerla y transmitirla al público -no lo olvidemos, mayoritariamente rapero- con su interacción, atrevimiento y libertad a la hora de expresar tanto los sonidos pautados como los improvisados.

A pesar de ser un concierto de la gira de celebración del décimo aniversario del disco Kase.O Jazz Magnetism, los temas elegidos de este se repartieron prácticamente a partes iguales con los de El Círculo, su disco del 2016. Tras la divertida intro con música muy demodé de Fred Wesley, comenzó el concierto con una pieza de cada uno de los discos mencionados, Libertad, con líneas funkies plenas de groove y lucimiento de Hugo, y Esto no para -de dar brincos, habría que añadir-; un poderoso inicio que casi siempre hace decir a Kase.O que son un grupo que empieza los conciertos como si los estuviese terminando. En El Círculo se mantuvo, porque siguió con Yemen, Pavos reales y Mazas y catapultas, en cuya versión grabada, curiosamente, le acompañó Rozalén, la anterior visitante de Icónica. Y a partir de ahí, alternancia con las de Jazz Magnetism: Que no hay alcohol, Como el sol, Boogaloo, de un lado; Repartiendo arte y Mitad y Mitad, del otro. De sus trabajos más nuevos trajo al Tiranosaurius Rex para que retumbasen los tabiques imaginarios de la Plaza de España y el Ringui Dingui, en el que hubiese sido un plus que Zatu le hubiese acompañado en directo como hace en el single, pero estaba con SFDK dando otro concierto en Hellín y no tiene el don de la ubicuidad, así que su lugar en el escenario lo ocupó Borja Iglesias, marcando uno de sus mejores goles. Llevo veinte años escuchando a Kase.O, dijo al acabar, y gracias a él soy como soy. Kase.O nos aclaró que este Ringui Dingui lo sacaron del famoso Sopa de caracol y allá que se pusieron a cantarla y bailarla también. Ese fue el inicio de la recta final, que tomaron con mucha fuerza rescatando el mítico Ballantines del primer disco de Violadores del Verso; ¿para cuándo un patrocinio de la marca para Kase.O, después de 25 años de publicidad gratuita por toda España y Latinoamérica? El rap se fue diluyendo en las frases del coro del Walk on the wil side de Lou Reed: and the colored girls say doo do doo do doo do do doo e invitó a cantar a capela con él al público algunas de sus letras más conocidas de los tiempos de Violadores del Verso: Pura droga sin cortar y Vivir para contarlo, además de un recuerdo para Dogma Crew y todo el hip hop de Sevilla con Chúpala y luego Silencio. De aquellas de los Violadores comenzó Cantando él solo y se le fueron uniendo los músicos para enlazarla con Tiranosaurius Rex.

Kase.O Kase.O

Kase.O / José Ángel García

Aun estando más de una hora y media a toda máquina, todavía conservaba Kase.O las pilas al cien, como dijo en Renacimiento, elegida para cerrar el concierto antes de los agradecimientos finales contenidos en Cuanto más amor das, a lo que todos respondíamos, mejor estás. Así era. Entre una y otra, la jiennense Sara subió al escenario a pedirle matrimonio al sevillano Álvaro, que le dijo que sí antes de fundirse los dos en un beso largo, largo.

Kase.O estuvo tan reivindicativo como macarra, lanzando proclamas al amor mundial, al respeto a la mujer y odas al buen rollo, con alusiones a todo aquel que se le iba poniendo a tiro en los procesos mentales por los que se movía entre cada una de sus inabarcables rimas. Si en aquellos años anteriores a este siglo se dedicaba a violar a los versos, ahora no viola al jazz, sino que se acerca amigablemente a él, sin forzarlo, y fruto de esta actitud anoche tuvimos un perfecto equilibrio entre la visión nada purista ni prefabricada de este género musical y la métrica perfecta del rapero; un gran espectáculo lírico, en suma.

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