Mapa de Músicas

Puesta al día del legado

  • Coinciden en el ruedo jondo los primeros discos de dos jóvenes intérpretes, dos grandes y frescas voces flamencas que constatan la buena salud del cante jondo actual.

CARMONA. Por los rincones. Producido por Juan Requena. La Voz del Flamenco

FARIÑA. Roete. Producido por Juan Carlos Romero. Karonte

Hoy les presentamos dos discos de cante de sendos jóvenes intérpretes, dos nuevas estrellas del universo jondo, aunque ambos tengan una reconocida trayectoria a sus espaldas en diversas compañías de baile.

José Ángel Carmona (Los Palacios y Villafranca, 1977) presenta un disco básicamente festero con tres cortes por bulerías, dos tangos, cantiñas, fandangos, soleá y seguiriyas. Éste cantaor posee una voz dulce pero nerviosa, entregada: su mejor baza artística es su hermoso timbre vocal, además de cantar afinado y a ritmo. La fiesta del Chino son unas bulerías ligadas con estribillos corales masculinos. Poderoso es una canción por bulerías, firmada por Eugenio Iglesias, en tonos menores, en la que el violín de Bernardo Parrilla da el contrapunto melódico. En las terceras bulerías del disco surge el soniquete jerezano en los pies del Grilo y las palmas de Carlos Grilo y Luis y Juan Cantarote. Es el corte más camaronero del disco, por las melodías, firmadas por el productor del disco, Juan Carmona, y los trabalenguas. Casa esquina son unos tangos lentos, una nueva canción flamenca con estribillos corales, con las guitarras de Diego del Morao y Juan Requena, en los que el cantaor, que también es multiinstrumentista, echa mano de la mandola. Un concepto parecido encontramos en El Colmao, aunque en este caso de ritmo es más rápido. Más tradicionales, aunque también con estribillo, las cantiñas, en donde aparece la guitarra sobria, serena, de Manuel Parrilla.

Y menudo coro: Pedro el Granaíno, El Pulga y Delia Menbrive. Parrilla, una vez desaparecido Moraíto, queda como el gran patriarca del toque jerezano de nuestro tiempo. Los fandangos Naturales abren una parte del disco más tradicional y decisiva. En ellos demuestra Carmona su gusto por el fandango de posguerra, su entrega e inmediatez, su capacidad social y su tensión cantaora. Sencillos y directos, el cantaor de Los Palacios se adapta a la sentimentalidad de estos cantes de manera natural. La guitarra libre de Pedro Sierra evoca los oscuros tiempos mencionados, en los que los fandangos del Niño de la Calzá dieron algo de luz, pero actualizando el acompañamiento y estilizándolo al máximo: oficio y creatividad son las credenciales de este enorme guitarrista, editor asimismo de la obra.

La soleá por bulerías avanza con el ritmo exacto del moderno compás jerezano, con guiños a Pepe Pinto, uno de los más grandes cantaores por este palo, y de toda la baraja estilística en realidad, Tomás Pavón, la Niña de los Peines y Fernanda de Utrera. Carmona es capaz de estirar y adaptar los tercios al exacto compás porque está sobrado de facultades. Otro referente, contemporáneo, en este caso, de su cante, es El Pele. El acompañamiento de guitarra de Manuel Parrilla trata, en todo momento, de huir de las referencias convencionales, aunque el referente clásico jamás queda lejos. Todas las intervenciones del tocaor jerezano en éste disco son verdaderamente brillantes, aunque la soleá es sin duda su número estrella: recordemos el vínculo de éste palo con su ciudad natal en las voces de El Gloria, La Paquera o Manuel Sordera. Finalmente la seguiriya: muy destacado Requena llevando el toque impresionista aún más lejos. Carmona ha optado por una forma primitivista, muy rítmica, de hacer los estilos cortos, jerezanos y de Los Puertos. Son los estilos más difíciles porque su sencilla melodía exige una entrega emocional absoluta al intérprete. El contrapunto entre la voz y el acompañamiento de percusión corporal es uno de los grandes hallazgos de este gran disco. La propuesta se cierra con la llamada toná-liviana que Antonio Mairena atribuía al Fillo, Juanelo y El Lebrijano pero que, muy probablemente, fue una creación del gran cantaor sevillano.

Juan Fariña (Huelva, 1982) es un cantaor de voz afinada, tensa, muy dúctil. Su primer disco, Roete, está producido por un clásico de nuestro tiempo, el guitarrista Juan Carlos Romero, que trabajó con Carmen Linares, Arcángel y Morente, entre otros. Es por eso que la obra presenta un sonido francamente sólido, con estribillos por tangos de La Pirula y La Repompa para abrir boca. Los estribillos se insertan con toda naturalidad en el transcurrir de la pieza, con unas percusiones rotundas. Para las bulerías elige un clásico de la canción andaluza de Quintero, León y Quiroga popularizado por Juanita Reina y que hacía de manera prodigiosa, también por fiestas, el maestro Chano Lobato, Lagartijera. Daniel Méndez ofrece aquí un acompañamiento estilizado hasta la médula. Estribillos corales abren también las cantiñas que se apoyan en los brillantes melismas del cantaor que se ofrece gustoso en los juguetillos y solemne en la copla. Y coros también en los fandangos onubenses, uno de los cantes más brillantes de los contenidos en esta obra, con un arreglo instrumental delicioso. Por caña y polo hace una versión ortodoxa de estos cantes, tal y como se popularizaron en los años 50, aunque en los paseíllos cambia la solemnidad de entonces por intimismo morentiano de melismas afiladísimos. Por saetas ofrece una humanísima y entregada versión. Por granaínas pasa de la cercanía ad libitum al estilo valiente de Vallejo en la media. El cantaor onubense elige, para versionar un clásico contemporáneo del flamenco, a Morente. Y digo elige porque el poema La leyenda del tiempo, un fragmento del drama lorquiano Así que pasen cinco años, tiene dos melodías flamencas, la que firmó el maestro de Granada y la que grabó Camarón, que nombró el disco homónimo del de la Isla. En la soleá encontramos la guitarra natural de Isidro Muñoz. Fariña amolda a su gusto las melodías tradicionales de Alcalá y Cádiz. Un disco fresco y flamenco, flamenco y fresco, para disfrutar. El legado puesto al día.

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