Gregory Kunde | Tenor

"En la ópera no importa la edad, sino cómo se canta"

  • El estadounidense protagoniza desde este jueves las tres funciones de 'Sansón y Dalila' en la espectacular producción de la ópera de Saint-Saëns que ha diseñado Paco Azorín

Gregory Kunde (Kankakee, Illinois, 1954), en los exteriores del Teatro de la Maestranza.

Gregory Kunde (Kankakee, Illinois, 1954), en los exteriores del Teatro de la Maestranza. / José Ángel García

En su etapa de tenor belcantista visitó el Maestranza como Argirio en Tancredi. Y una vez operado su cambio de voz y repertorio regresó como el Otello verdiano. Ahora, el tenor estadounidense Gregory Kunde protagoniza la impactante producción de Sansón y Dalila diseñada por Paco Azorín que se verá mañana, el sábado y el lunes en el coliseo lírico del Paseo Colón.

–En esta segunda carrera suya como tenor está añadiendo con gran velocidad papeles a su repertorio. ¿No siente vértigo al entrar en tantos personajes nuevos en tan poco tiempo?

–Ahora ya no, pero hace nueve o diez años, cuando empecé a recibir todas estas nuevas ofertas me sentí mareado. Yo aprendo rápido, pero incluso habiendo ya trabajado durante 30 años no conocía casi nada de estas nuevas óperas. No sabía nada de Aida, por ejemplo; de Otello sólo conocía la parte de Casio y apenas algún fragmento de Un ballo in maschera. Ahora es mejor, sólo incorporo una o dos óperas cada año y repito lo que aprendí en años anteriores.

–¿Hay un secreto para mantener la voz fresca pese a los años?

–¡Dormir bien! Y no forzar la voz. A los jóvenes cantantes se les empuja a ir muy rápido y sus voces no están preparadas para papeles pesados. Recuerdo que mi mentor, Alfredo Kraus, me decía que había que planificar una carrera larga de 20, 40 o 50 años, así que no había que dejar de hacer ejercicios y no abusar de la voz.

–¿Cuáles serían los tenores de referencia para usted, los que más le han influido?

–Alfredo Kraus en primer lugar y no ya por su voz, sino por su comportamiento en escena y fuera de ella. Con los colegas era una gran persona y fui muy afortunado al conocerlo. Él fue mi ejemplo en mi primera etapa de cantante de bel canto. Y ahora mi modelo sería Plácido Domingo. Me encanta escucharlo no sólo por su voz, sino por su personalidad como actor. No sólo tienes que cantar Otello, sino ser Otello.

–Durante mucho tiempo su repertorio se centró especialmente en la música de Rossini. ¿Qué aporta Rossini a un cantante que le sirva posteriormente para afrontar otros repertorios más pesados como el verdiano?

–Nunca he olvidado el bel canto, porque para mí es la base del canto. El único cambio que he tenido es en cuanto al volumen y el color de la voz, más sólida en el centro y más oscura, pero la técnica es la misma, aunque ya no tenga la coloratura de antes.

–¿A qué cree que obedece el cambio operado en su voz en los últimos años?

–La principal causa es la edad. La voz cambia cada 10, 12 o 15 años, sólo es cuestión de adaptar la técnica a la voz que se tiene en cada momento. Cambié de repertorio a los 55 años, un poco tarde, pero tuve suerte de poder hacerlo bien. Es cuestión de escuchar a tu cuerpo y adaptarte a los cambios.

El tenor estadounidense, momentos antes de la entrevista. El tenor estadounidense, momentos antes de la entrevista.

El tenor estadounidense, momentos antes de la entrevista. / José Ángel García

–¿Le han ofrecido alguna vez papeles de Wagner?

–Cada año me lo proponen un par de veces y siempre digo que no estoy aún preparado. Creo que si cantas Wagner, ya no puedes cantar nada más. Además, no hablo alemán y aunque pueda imitar los sonidos necesito conocer el idioma para expresar mejor lo que canto. No digo que no lo vaya a hacer alguna vez, sólo que aún no.

–¿Con qué ópera le gustaría despedirse de su carrera? ¿Y dónde?

–Diría que dos, Otello o Peter Grimes, que para mí es como el Otello inglés. Sólo lo he cantado una vez hace años, en Valencia, pero el papel fue como una catarsis para mí. Y en cuanto a dónde, en Chicago o en el Metropolitan. Sería bonito empezar y acabar la carrera en Chicago, aunque no lo creo porque allí no me quieren. Y para mi despedida de Europa elegiría el Teatro Real de Madrid con Otello.

–Desde hace unos años canta con gran frecuencia en España. ¿Qué lugar ocupa en la actualidad España en su carrera?

–Un papel muy grande. Canté por primera vez en 2013 en Valencia llamado por Helga Schmidt y Zubin Mehta para interpretar Otello y esas representaciones abrieron mi carrera en España, donde canto más que en cualquier otro país desde entonces. Es mi segunda casa, incluso me planteé tener residencia aquí, pero mis hijas estudian en Estados Unidos y eso lo complica todo.

–Además de la ópera, ¿hay otros repertorios que desee cantar en la actualidad?

–En el instituto cantaba en una banda de rock. Me encanta la música de los 70 y de los 80. Pero mi pasión actual, al margen de la ópera, es Frank Sinatra. Con un karaoke canto casi todas sus canciones, que me parecen maravillosas.

–¿Cómo ve la actual situación de los teatros de ópera en Europa? ¿Tiene futuro la ópera?

–¡Espero que sí! Necesitamos llevar a los jóvenes a la ópera. En mis tiempos los jóvenes íbamos a la ópera porque era algo que se suponía que uno tenía que hacer. Pero ahora es diferente. Creo que es un error intentar atraer a los jóvenes a base de contratar a cantantes jóvenes. En la ópera no importa la edad del cantante, sino cómo cante, no es como en el cine. En Barcelona estuve dando unas clases a cantantes de menos de 30 años y se sorprendían de que alguien de 65 años pudiese cantar con ese volumen. Hay que llevar a los niños a la ópera porque descubrirán algo único, sin amplificación. Es el único lugar en el mundo donde puedes escuchar música sin amplificación.

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