Clásica

"Al 'lied' se le da en España un trato nefasto"

  • La mezzosoprano leridana Marta Infante registra para el sello granadino IBS Classical junto al pianista Jorge Robaina un monográfico de canciones del compositor checo Antonin Dvorák

Marta Infante yJorge Robaina dedican un CD monográfico a Dvorák.

Marta Infante yJorge Robaina dedican un CD monográfico a Dvorák. / Michal Novák

Marta Infante (Lérida, 1975) se formó en el conservatorio de su ciudad natal hasta que recién estrenada la mayoría de edad marchó a Ostrava, donde pasó ocho años en los que sus ilusiones por convertirse en una soprano ligera se desvanecieron al contacto con una profesora que le insistía en que su voz iba a ser mucho más grave. Vuelta a España a principios de siglo, ya como mezzo, conoció al pianista canario Jorge Robaina: "Llegué un poco despistada. Y lo primero fue presentarme a las pruebas del Coro Nacional, y él fue quien me acompañó en la prueba. Conectamos desde el principio. Poco después hicimos un recital en el Palau de la Música Catalana en un concurso en el que canté música de Dvorák y de Mahler y en el que ganamos un premio".

–Dvorák la conquistó desde el principio.

–Desde que llegué a la República Checa. Empecé con Janácek y Martinu, que me costaron un poco más, pero en cuanto me metí con Dvorák, dije: "Uf, madre mía". Me gustó todo. La primera ópera que canté en un teatro checo fue Rusalka, y luego sus canciones.

–Es el primer disco con Jorge Robaina.

–Sí, lo hemos meditado mucho. Tenemos una manera parecida de ver las cosas y hemos pasado por experiencias similares. Él se fue a estudiar a Viena con 15 años; yo me fui con 18 a Chequia. Lo de estar fuera de casa, en Centroeuropa, es una experiencia que hay que vivir, porque además la manera de trabajar allí es muy distinta. Ahora tenemos ya otro proyecto discográfico en perspectiva. Paco Moya quiere que hagamos un disco Mahler, que es otra de nuestras obsesiones. Me encanta, pero hay que prepararlo muy bien: un Mahler hecho por españoles es algo serio.

–¿Por qué estos cuatro ciclos de canciones?

–Las Canciones gitanas las pusimos porque son las más conocidas, aunque es más normal escucharlas en la versión alemana, mientras yo las canto en checo. En las Canciones Bíblicas, que son las más tardías, me siento muy cómoda. La música es más grave, más densa. A medida que cumples años te apetece cantar algo así, porque necesitas un poco más de perspectiva de vida para hacerlas. Las habíamos presentado además en un concierto junto a los Cuatro cantos serios de Brahms y funcionaron muy bien. Los otros dos ciclos son menos conocidos. Hicimos la Op.73 para ofrecer el perfil más folclórico de Dvorák: es música vinculada a la canción popular de las distintas regiones checas; mientras que la Op.82 es una auténtica joyita: nos gustaban sobre todo la primera, que luego Dvorák usó en su Concierto para cello, y la última, esa del río, que es puro Schubert.

–Debe de ser el primer disco grabado en España por intérpretes españoles con canciones exclusivamente en checo. ¿Sigue existiendo ese complejo que condena al intérprete español a hacer sólo música española?

–Tiene que desaparecer. Es un problema de programación.

–¿Y cuál es el tratamiento del lied en las programaciones de ciclos y festivales españoles?

Dvorák Songs - Infante y Robaina Dvorák Songs - Infante y Robaina

Dvorák Songs - Infante y Robaina

–Al lied en España se le da un trato nefasto. Hay un ciclo importante, el de la Zarzuela, que además rescató el CNDM, porque iba a extinguirse. Pero es un ciclo que se alimenta de cantantes extranjeros, siempre gente de mucho nivel. Algún español se programa de vez en cuando. Luego hay un par de ciclos más de cierto interés. Pero es muy difícil que el género llegue al público, porque se le ha colgado el sambenito de que a la gente no le gusta, le aburre. En realidad, la gente sale entusiasmada de nuestros recitales, pero contamos con detalle lo que van a escuchar; si hace falta, preparamos proyecciones con los textos para que puedan seguirlos. Trabajamos pensando en el público. Y los programadores deberían poner mucho cuidado en todo esto. Para un cantante, el lied puede ser la forma musical más complicada. Salir al escenario con sólo el soporte de un piano y aguantar la tensión en un ambiente íntimo ante el público durante una hora y pico no es fácil. Pero es que al público hay que facilitarle su acceso a esta música, explicarle que cada pieza soporta detrás toda una historia, y cuando lo haces, la gente se engancha. Los grandes festivales tienen presupuesto para incluir los textos en los programas de mano, y los pequeños, no, es cierto, pero tienen que hacer un esfuerzo y facilitarlos de algún modo, aunque sea con hojas fotocopiadas o con proyecciones en una pantalla… Es un placer ver a una audiencia receptiva que termina entrando en lo que le propones.

"Vocalmente no te puedes especializar. La voz humana necesita crecer, realizarse, expandirse"

–Se la relaciona mucho más con la música antigua.

–Me encanta, y vocalmente me viene fenomenal. En Chequia hice poca. Pero cuando llegué a España y empecé a meterme en el mundillo profesional salieron muchos proyectos, porque además voces graves hay menos. El problema son los estereotipos vinculados a la especialización. Vocalmente no te puedes especializar. La voz humana necesita crecer, realizarse, expandirse. Llega un momento en que tienes que sacar más voz, impostar un poco de otra manera… El lied es una cosa aparte, porque es música intimista… Pero por suerte estoy haciendo cosas sinfónicas y metiéndome en la ópera. Hice una Clitemnestra de Strauss en Galicia. Fue todo un reto, pero salí muy contenta. He escuchado una grabación y estoy muy orgullosa. El año que viene debuto en el Liceo con una obra de Benet Casablancas. El otro día, sin embargo, hice un programa con música de Bach. Vocalmente estos cambios no son fáciles, pero son ejercicios estupendos para conseguir una mayor flexibilidad. Viene mucha gente a los cursos diciendo: "Quiero cantar Merula, Monteverdi y Bach…". Y siempre tengo que decir lo mismo: "Primero me traes un Schumann, luego un Mozart y luego hablamos". Hay que trabajar una línea de canto. La gente que estudia canto debería de saberlo. Antes de meterse en Monteverdi hay que pasar por lo otro. Si quieres, luego te especializas, pero primero tienes que saber usar la voz.

–En el ámbito de la música antigua ha trabajado mucho con Manuel Vilas.

–Es como mi hermano mayor. Nos entendemos muy bien. Todo lo que él busca y me manda lo doy por bueno, porque tiene un criterio excelente y trabaja con un rigor excepcional. Mi relación con él es parecida a la que tengo con Jorge. Al fin y al cabo, un lied con piano es lo mismo que un tono humano con arpa, aunque el estilo sea distinto. Hemos grabado un disco que está por salir y en el que nos hemos soltado el pelo. Hemos hecho Purcell, una cantata de Vivaldi con arpa sola, unas canciones pequeñitas de Telemann… Llevamos muchos años trabajando juntos y ha sido un gusto dejarnos llevar y hacer lo que nos ha dado la gana.

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