Obituario de Keith Flint

Luto en el mundo de la música por el suicidio del cantante de The Prodigy

  • La policía confirma que el artista punky que convirtió al grupo británico en 'mainstream' puso fin a su vida

Keith Flint actuando en 2015 en Francia.

Keith Flint actuando en 2015 en Francia. / Hugo Marie (Efe)

Tatuajes, crestas de colores, piercings y estrafalarios atuendos eran la carta de presentación de Keith Flint, cantante del grupo británico The Prodigy, que este lunes, con 49 años, decidió terminar con su paso por este mundo. Así lo ha confirmado la policía de Essex (este de Inglaterra) y más tarde su "hermano" musical Liam Howlett, que se encuentra "jodidamente cabreado" por la muerte de Flint.

Fue de la mano de Howlett, allá por 1989, como empezó su dilatada carrera musical, en la que llegó a vender treinta millones de discos.

Los dos británicos se conocieron en una fiesta rave (del verbo inglés "to rave", delirar, derivado a su vez del sustantivo francés "reve", sueño), y eran conocidos por sus desenfrenos y música underground.

Ambos conectaron rápidamente al ver que compartían su gusto por la música electrónica "dura" y diferente.

Ese fue el germen de The Prodigy, donde durante los primeros seis años Flint, nacido al este de Londres en 1969, actuaba solo como bailarín.

Con el vocalista y rapero Maxim como tercera pata de la agrupación, 1996 supuso un antes y un después para una banda que hasta ese momento se había desenvuelto en la marginalidad.

Y fue gracias a la letra y voz de Flint con el single Firestarter, como el trío terminó de despegar y el bailarín paso a convertirse en su buque insignia. La canción destronó de las listas de éxitos a How Deep is Your Love de Take That y vendió más de 600.000 copias en el Reino Unido.

La actuación de Flint en el vídeo musical del tema en blanco y negro era tan escalofriante que las televisiones acordaron no emitirlo antes de las nueve de la noche porque aterrorizaba a los niños.

Impulsado por el éxito de Firestarter, el tercer disco de The Prodigy, Fat of the Land, que incluía otras de sus canciones más icónicas Breathe, se colocó rápidamente en el número uno en Estados Unidos y en el Reino Unido, y vendió varios millones de copias en todo el mundo.

A pesar de su salto al mundo mainstream, su música no se vio nunca sometida a los caprichos de las modas musicales y se mantuvieron fieles a su estilo, inclasificable dentro de los géneros convencionales.

Con la única excepción de su disco debut en 1992, Experience, los siete álbumes de la banda, el último, The Tourist lanzado en noviembre de 2018, han alcanzado el número uno en las listas de éxitos británicas.

Un hito que les sitúa a la altura de figuras como Elton John, Paul McCartney, George Michael o Coldplay, todos ellos con siete álbumes números uno.

En una entrevista con el diario The Guardian en 2015, Flint lamentaba que en la música actual nadie se atrevía a ser "peligroso".

Sus incendiarios conciertos pusieron de manifiesto que ellos sí se atrevían a salirse de lo establecido y con su fusión de tecno, breakbeat y house, dieron espectáculos que no pasaban desapercibidos.

Una actitud transgresora en la que también jugaron su papel las adicciones, de las que Flint fue esclavo confeso durante muchos años de su existencia.

Una vida que ha llegado a su fin un año antes de alcanzar el medio siglo y que ha dejado a The Prodigy huérfano del más estrambótico de sus integrantes.  

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