Mini estrena su segundo LCI -Life Cycle Impulse- en la actual generación de modelos pequeños, un restyling para sus versiones de tres puertas -F55, incluyendo la versión eléctrica-, cinco puertas -F56- y Cabrio -F57- que se basa, fundamentalmente, en modificaciones, destinadas a enfatizar el diseño que tanta importancia tiene en estos coches.

Incluso las que son más de detalle, como el paquete de elementos en negro que cuesta 300 euros y se incorporan en la carrocería -contornos de faros y pilotos o rejilla delantera, el logo de la marca en el capó o portón, tapa del depósito, molduras de tubo de escape o los tiradores de las puertas- realzan la expresividad característica del diseño de este modelo.

Los faros son de LED ya en todas la versiones e incorporan un reflector de color negro.

En la vista frontal, los tres modelos estrenan una parrilla de mayor tamaño o una franja horizontal, sobre la que se sitúa la matrícula, que ahora es del color de la carrocería en lugar de negra. También el parachoques es rediseñado por completo, prescindiendo en él de los faros antiniebla -sus funciones se integran en los faros principales, ahora con un fondo negro en sus reflectores y con LED en toda la gama para cruce y carretera- y nuevas entradas de aire verticales que optimizan la aerodinámica permitiendo limar, según versiones, el Cx a 0,29 o 0,30, esto es un 0,1 menos de este coeficiente.

La franja sobre la que se sitúa la matrícula es ahora del color de la carrocería.

También el parachoques posterior es enteramente nuevo, con el antiniebla integrado -en los Cooper S, que tienen la doble salida centrada- en el contorno de las colas de escape. Por otro lado, los pilotos con el diseño Union Jack es ahora de serie, no una opción como venía ocurriendo desde que empezasen a utilizarse en 2018.

“La pretensión de estos cambios es que, ahora, los Cooper se parezcan más a los Cooper S y los Cooper S a los John Cooper Works, mientras que estos lo hacen a los JCW GP”, nos cuenta Marcos Vaquero, jefe de producto de Mini.

No hay dos techos multitono iguales. Es uno de los elementos característicos de este LCI y está disponible con algunos de los colores de carrocería.

También elementos característicos de los Mini, como los techos y llantas, reciben novedades. El primero con el techo multitono, que de delante hacia atrás emplea tres colores: Soul Blue, Pearly Aqua y Jet Black, extendido este último hasta el alerón que remata esa superficie. Esta opción está disponible con algunos colores de carrocería y cuesta 700 euros, entre los que se alinean tres tonos más. En cuanto a las llantas de aleación la oferta se renueva con cinco diseños inéditos.

El salpicadero, protagonista de los cambios

De puertas a dentro los cambios se centran en torno al salpicadero. Así el volante, que puede estar calefactado como opción, y ahora es de tres radios con botones multifunción de serie en todas las versiones. En los acabados JCW, Mini Yours y Mini Electric es de cuero Nappa.

El volante es, en algunas versiones, tapizado con nappa e incluye un diseño ergonómico. Es multifunción de serie en todos los MIni.

El instrumento central, que es como Mini venía llamando a la pantalla central, es de 8,8”. Táctil, incorpora también botones de atajo y, a su alrededor, superficies Piano Black high-gloss de serie. Para este cuadro de instrumentos se pueden elegir dos combinaciones de color, activables desde la configuración del sistema e, incluso, si el coche tiene la selección de modos de conducción se liga un color a cada una de las elecciones realizadas: Mid y Green o Sport.

Otra posibilidad que dan los nuevos Mini para personalizar al gusto de cada propietario el interior viene de la mano de la iluminación ambiental opcional, con seis  colores para cada uno de los dos modos Lounge y Sport.

También son nuevos los switches, los interruptores metálicos, que se hacen más gruesos de lo que eran, tanto los que se sitúan en la consola central, como los que están próximos al retrovisor.

Si bien tanto la zona superior como la inferior del salpicadero no varían, sí lo hace la central, con nuevas inserciones y salidas de aire.

En cuanto al propio salpicadero, la pieza central más horizontal del mismo, se modifica totalmente, de modo que ahora tiene una moldura nueva que integra, asimismo, los aireadores más próximos a la zona central y que han sido rediseñados. Esta moldura se extiende ahora por todo lo ancho del cuadro del salpicadero.

Ayudas a la conducción mejoradas

También hay lugar en el Mini para mejoras en la tecnología, de modo que el Driver Assistance Package, opcional en los Mini de dos, tres y cinco puertas - incluye Parking Assistant  con sensores en la parte delantera y trasera o cámara de visión trasera-, suma una alerta de cambio involuntario de carril que funciona entre 70 y 210 km/h, avisando del desvío con vibraciones en el volante. Otra incorporación es la de un nuevo control de velocidad de crucero activo que ofrece la función Stop&Go junto al cambio automático -una alternativa disponible en todos los Mini salvo los One- y que puede frenar el vehículo hasta detenerlo, además de recuperar su funcionamiento con solo pisar brevemente el acelerador.

La personalización se concentra en varios acabados: Classic, John Cooper Works, Mini Yours y Mini Electric.

Hay un Mini desde 22.300 euros

El precio de los One de tres puertas, es decir, con el motor de menor potencia, el de 102 CV, es de 22.300 euros, por los 23.100 del cinco puertas y los 26.300 euros del Cabrio. 800 y 3.200 euros siguen definiendo el cambio de carrocería en los Cooper de 136 CV, que arrancan de 24.600 euros; o en los Cooper S, con 178 CV.

Por su parte, el Cooper SE, el eléctrico, cuesta 34.200 euros y el John Cooper Works, con tres puertas, 35.900 euros y, con la carrocería descapotable, 42.700 euros.

Elementos como estas entradas de aire son comunes a todos los Mini pequeños, cualquiera que sea su motor y carrocería.

Hemos podido ponernos a los mandos del Cooper SE, un coche que disfruta de un comportamiento dinámico digno de un Mini en tanto que a las reacciones rápidas de su chasis, ya sean de dirección, freno o suspensiones, suma una respuesta instantánea de su motor eléctrico. Tanto el control de su empuje como de la regeneración de energía se gestiona a través del acelerador pues, a medida que se relaja la presión sobre éste se produce un incremento de la retención, de manera que, en la práctica, puede conducirse usando exclusivamente este pedal y prescindiendo del freno con un poco de práctica.

Esta versión de 184 CV tiene, de hecho registros de aceleración semejantes a los del Cooper S.

Nuestra unidad no contaba con la suspensión adaptativa, que llega por primera vez a los Mini. En el eje delantero, sus amortiguadores cuentan con una válvula que es capaz de suavizar los picos de presión repentinos, suavizando su respuesta hasta un 50 por ciento. Está disponible en todas las versiones salvo los One y Cooper SE.