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Pakistán y la India, una relación volátil

  • La acusación india de que su vecino y enemigo está detrás de la matanza en su capital comercial genera malestar en Islamabad, que critica la actitud de Nueva Delhi de "echar la culpa a otros"

Los medios indios se esforzaban el viernes por encontrar palabras para describir la serie de ataques terroristas de Bombay. Un presentador del canal NDTV habló de "una historia singular de terror".

Por su parte, el Indian Express escribió en alusión a los ataques contra Nueva York y Washington de septiembre de 2001: "El mundo lo conocerá como el 11-S indio".

Esta frase refleja los sentimientos de muchos indios, que no pueden creer que los terroristas hayan tenido como rehén a su capital comercial durante tres días.

Y el Gobierno de Nueva Delhi reaccionó con reflejos antiguos y peligrosos: lanzando graves acusaciones contra su vecino Pakistán.

El ministro del Exterior indio, Pranab Mukherjee, responsabilizó el viernes a "elementos de Pakistán" de los ataques, que dejaron al menos 195 muertos

Los medios paquistaníes se quejaron de la caída de la India en el habitual juego de acusaciones. En anteriores ataques, la India se contuvo más, sobre todo porque entre ambas potencias atómicas hay desde hace cinco años un lento proceso de acercamiento que Nueva Delhi no quiere poner en peligro. Pero parece que los atentados de Bombay colmaron su paciencia.

El diario paquistaní The News criticó el hecho de que las fuerzas de seguridad indias, que no pudieron prevenir los ataques, se sientan impulsadas "a echarle la culpa a otro". Sin embargo, el periódico también reconoció que "la terrible realidad de nuestros tiempos es que Pakistán se ha convertido en un centro mundial del terrorismo".

Medios indios apuntan en dirección al grupo terrorista musulmán Lashkar-e-Toiba. Un atacante detenido confesó al parecer que la mayoría de los atacantes eran paquistaníes. Se cree que llegaron a Bombay en un barco que había partido del puerto paquistaní de Karachi.

Lashkar-e-Toiba es conocido en la India, donde el Ejército de los Puros es responsabilizado de muchos ataques. La inteligencia india no sólo está convencida de que opera desde territorio del país vecino, sino que además el grupo tiene -o tuvo- vínculos con el Servicio Secreto de Pakistán, el ISI.

Por eso, la petición india del viernes al Gobierno de Islamabad para que el jefe del ISI, Ahmed Shuya Pasha, "intercambie informaciones y pruebas" con Nueva Delhi no fue una solicitud amable, sino crispada.

El nervioso Gobierno de Pakistán debió en un primer momento sentirse presionado al más alto nivel. Una negativa no habría encajado con la afirmación de que se ayudará a la India en todo lo que necesite. Islamabad hizo lugar al deseo de su vecino, pero el primer ministro Yousaf Raza Gilani se sintió obligado a justificar el paso sin precedentes. Para muchos paquistaníes la exigencia india fue como si el antiguo archienemigo citara a comparecer judicialmente al poco popular jefe de los servicios secretos. Al final, el jefe de los servicios de espionaje paquistaní no irá a la India

"Sabemos que Pakistán no está implicado, pero ellos (la India) quieren sólo colaboración, colaboración en el área de Inteligencia", se había justificado Gilani. "Si no estamos implicados, ¿por qué deberíamos sentirnos culpables?"

Mukherjee cree, por el contrario, que hay motivos para ese sentimiento de culpa. En una conversación telefónica con su homólogo paquistaní, Shah Mahmood Qureshi, le dijo que ataques como los de Bombay o el que hubo contra la Embajada india en Kabul en julio buscan hacer "imposible" la mejora de las relaciones bilaterales que quiere Islamabad. "Esperamos que Pakistán se atenga a su compromiso tan proclamado de no permitir que su territorio sea usado para ataques terroristas contra India".

Nueva Delhi acusó al ISI del atentado en Kabul. Que el sentimiento es mutuo quedó claro en una visita hace unos días de periodistas extranjeros a la central del ISI en Islamabad: los agentes acusaron a la India de apoyar a los talibanes en el noroeste de Pakistán y a los nacionalistas en la provincia de Baluchistán.

Sea quién sea el organizador de los atentados de Bombay, ha vuelto a llevar a la habitual baj cero las relaciones entre la India y Pakistán, tras una fase de cierto deshielo, comentó el viernes el periódico paquistaní Dawn.

Que ese retroceso puede ser peligroso para todo el mundo quedó claro en el ataque contra el Parlamento indio de diciembre de 2001. Tras el hecho, del que la India acusó a Lashkar-e-Toiba y Pakistán, ambas potencias regionales movilizaron a sus ejércitos. Y estuvieron al borde de la guerra.

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