Es una de las piezas clave del Festival de Teatro. Tiene amistad con muchos actores que han visitado el municipio en ediciones anteriores y siempre está disponible para cualquier ayuda que pueda proporcionar. Toñi Indalecio es una de las camareras de Café Teatro, el lugar donde celebran los actores sus noches después de la función.

–¿Cuándo comenzó su pasión por el teatro?

–Hace 20 años. Me gustaba el arte y estuve dentro de la Coordinadora durante quince años.

–¿Cómo se trabajaba en la Coordinadora?

–Éramos un grupo de la calle que estábamos unidos por el teatro. Traíamos grupos de España.

–¿Alguna anécdota?

–Vino Pepe Rubianes a hacer un monólogo. Tenía un fuerte dolor de cervicales y pidió un masajista. Lo dejé nuevo y me regaló un ramo de rosas y un libro.

–¿Qué diferencias hay en la actualidad con la Coordinadora?

–Ahora elFestival es más profesional, en la Coordinadora era mucho más familiar.

–¿Qué evolución se ha desarrollado desde entonces?

–Los grupos de teatro aficionado porque gracias a ellos hay más afición. Más grupos grandes. Y en la carpa se pueden disfrutar de buenas obras a un precio asequible.

–De las obras del Festival, ¿con cuál se quedaría?

–Me quedo con La cama porque es muy intimista. Los actores parecen ángeles. Nos marcan más que las grandes representaciones.

–Ayuda muchas veces a los actores con sus enfermedades, ¿ha habido algún problema?

–A Ramón Fontseré le dio un tirón en la espalda y no podía actuar. Le di un masaje y le prepare unos medicamentos que compré en la farmacia y lo dejé listo. La obra del sábado me la dedicó a mí. Dos de los tres actores de la compañía Chapito también se encontraban enfermos.

–¿Qué destacaría de esta edición?

–Ha habido mucha afluencia de público. Además, destacaría la labor de Diego porque es el alma del Festival.