El Centro Andaluz de las Letras presentó en la Biblioteca Villaespesa de Almería el nuevo poemario de Alfonso Berlanga, La casa de la Almedina, una obra que reúne 42 poemas que son una reflexión personal e intimista sobre el Casco histórico desde su casa en el barrio de la Almedina.

Presentó el acto el catedrático de Lengua española de la Universidad de Almería y colaborador de este Diario, Manuel Peñalver, quien, con el magisterio que lo caracteriza, hizo un pormenorizado análisis de la obra poética del autor y, en especial, de ésta, destacando sus dos rasgos más significativos: pura poesía y pura reflexión filosófica y humana.

El poemario se divide en tres partes más una Adenda con dos reconocimientos

Efectivamente, el poemario, dividido en tres partes (Almedina de luz, La casa de la Almedina y Almedina de ausencias) más una Adenda con dos reconocimientos a dos personajes muy característicos del barrio que intentan simbolizar a todos sus habitantes intenta reflejar los grandes temas existenciales y la complejidad de la marginación humana con una exigente pureza expresiva.

En este relicario de situaciones y personajes se retratan -y se reflexiona sobre su presente y su pasado- la Alcazaba, el barrio de la Almedina, la calle Molino Cepero, pero también se pasa revista a las peculiaridades formas de ser y de sentir de los gitanos, los pateros, los refugiados, etc.

Sin embargo, no se trata de un libro costumbrista al uso, sino de una cosmovisión poética, en la más pura estética de la corriente del "Humanismo solidario", que pretende reflejar situaciones marginales y comprometerse con ellas para intentar construir una sociedad más justa desde una posición marcadamente humanista.

El autor, Alfonso Berlanga, en su intervención, hizo una exposición de cómo entiende él la poesía partiendo de un verso de Bécquer "cadencias que el aire dilata en la sombras" para poner de manifiesto que su técnica responde a la tradición española y europea clásica y de vanguardia y que sus temas y lenguaje poético son fruto de muchas lecturas, desde Garcilaso a Salinas o desde Valèry a Cavafis, a la que intenta dar su sello personal con el tratamiento de temas de actualidad a partir de un metaforismo muy trabajado y preciso y una necesaria contención ornamental.

El poeta elabora muy acertadamente la lengua poética, el ritmo y la cadencia, así como los metros, especialmente el alejandrino que trabaja con maestría manifiesta, y las estrofas, cuya disposición es clave para la estructura del poema.

Berlanga aprovechó también su intervención para hacer una reflexión crítica sobre la "poesía" que muchos jóvenes, y no tan jóvenes, publican hoy, producto de modas pasajeras, con muy poca consistencia temática y expresiva, llena de lugares comunes y metaforismo huero, más centrada en el oportunismo de las redes sociales que en una auténtica reflexión sobre la existencia humana y los problemas del hombre en el mundo contemporáneo.

Achacó esta realidad a su falta de lecturas y de reflexión crítica sobre la obra leída, más cercanas a "cromos" de una visión superficial de la humanidad que a una literatura profunda en su contenido y técnicamente compleja en la que al lector se le exige una confabulación temática y expresiva con el autor para llegar a comprender su grandeza.

Es muy necesario que los jóvenes lean más y estén mejor orientados en la escuela sobre lo que es importante que lean para conformar su personalidad y aprender a comprender el mundo y la existencia humana en todas sus dimensiones, lo que es una casi una rareza en la España de hoy.

Finalmente, el autor leyó una serie de poemas de las distintas partes del libro causando especial impresión en los asistentes cuando se detenía en los más íntimos de tono amoroso que se recogen en la tercera parte de la obra.

Una tarde de poesía muy interesante que dejó un muy buen sabor de boca en las personas que la compartieron con el autor en la Biblioteca Villaespesa.