Cultura

Fernando J. Múñez: "Todavía guardo mis primeros relatos escritos con muy corta edad”

  • El autor presenta ‘La cocinera de Castamar’ a las 20 horas en el Patio del Mandarino de la Diputación

Fernando J. Múñez estará en Almería con su última novela.

Fernando J. Múñez estará en Almería con su última novela. / D.A.

-Presenta una novela histórica, centrada en el siglo XVIII donde la cocina cobra protagonismo. ¿Cómo surge la idea de La Cocinera de Castamar?

-La idea no surge de forma instantánea, es más bien un proceso por el que al final se consolida la idea. Normalmente, en mi caso, las historias me llegan normalmente por medio de los personajes. Son estos los que me arrebatan, me cuentan sus secretos, me seducen. La idea de una cocinera agorafóbica, que tiene un terror a verse expuesta a los espacios abiertos y cuyo único mundo es la cocina, me sedujo a raíz de una conversación sobre la cocina del siglo XVIII. Me situé en esa cocina y me dije que siendo el mundo de este personaje tan pequeño y concentrado entre cuatro paredes, debía de ser a la vez un universo entero lleno de sabores, texturas, olores, vapores, utensilios para cocinar.

-En toda novela lo complicado es cerrar la historia y quedar totalmente convencido. En su caso, le resultó fácil obtener ese trabajo final como usted lo había planificado o hubo que hacer algún cambio.

-Hubo que hacer muchos ajustes, claro. Lo malo de escribir a brújula es que puede que escribas más de la cuenta o que narres cosas que obstaculizan la trama principal o el entendimiento de la historia. Mi primer borrador tenía una extensión de más de mil páginas que hacía difícil su publicación y tuve que ajustar tramas secundarias menos importantes, descartar lo superfluo. Aún así se quedaron en 768 páginas.

-Cómo definiría esta novela para que los lectores que todavía no se hayan adentrado en ella lo hagan.

-Creo que la novela es un viaje apasionante a una época olvidada y ajena a nosotros ya, pero de la que somos inevitablemente herederos. El lector podrá bucear entre las clases sociales, la nobleza, la servidumbre y sus códigos. Se sumergirá en aquel mundo instalado en el pensamiento y sentimiento de ciertos personajes como doña Úrsula, acre y severa; del despiadado, pero amante de su familia, Hernaldo de la Marca; de la bondadosa y perfeccionista Clara Belmonte; de personajes impasibles e implacables como don Enrique, u honestos y abúlicos como el duque don Diego. Y este viaje en el tiempo de la mano de estos y otros personajes servirá al lector sin duda para conocer aquel mundo rígido y muy duro, gobernado por unos pocos, cuya cabeza era el rey. Sufrirán, junto con los personajes, lo injusto de aquella sociedad -sobre todo con las mujeres, que no eran ni dueñas de sus cuerpos ni de sus ideas-, el racismo, el clasismo, la xenofobia, la discriminación y lo duro que resultaba sobrevivir en aquella España analfabeta, inculta y generalmente pobre.

-Usted es un amante del cine, por lo que imagino que tiene una especial facilidad a la hora de tejer una historia y plasmarla en papel.

-Ver mucho cine a uno le permite comprender mejor las narrativas, cómo se construyen los personajes, cómo se desarrollan o evolucionan las historias en la pantalla, y en este sentido es un acicate y un aprendizaje para comprender cómo otros cuentan historias. Ocurre lo mismo cuando uno lee: se nutre de otros, comparte las experiencias, descubre nuevas dimensiones sobre si mismo o sobre otros. La literatura tiene ese poder transformador. Sin embargo, aunque en los dos formatos se cuentan historias y son incentivos creativos para la inteligencia, no sé si ser amante del cine le posibilita a uno a tejer mejor una historia de cara a narrarla en el papel, porque en realidad el cine y la novela son dos lenguajes diferentes que en algunas cosas comparten espacios, pero en otras son completamente diferentes. Para hacer cine uno necesita de un guión escrito, y esto es algo muy diferente de una novela. El guión es una herramienta esencial para poder rodar. A mi juicio la facilidad de tejer una historia y plasmarla en papel o por medio de una cámara, en mi opinión se deben comprender bien esta separación y sus conexiones para saber interpretarlas bien.

-También sé que le apasionan los juegos de mesa.

-Me encanta jugar y lo que es más, crear juegos. Es una de mis actividades favoritas en la vida, que llevo guardando como un tesoro desde que soy niño. De hecho llevo jugando desde entonces sin parar. Creo que el juego no solo es una actividad que nos prepara para la vida, sino que nos sigue enseñando que nuestra existencia es mucho más plena cuando jugamos. El hecho mismo de que sea un escritor de brújula se debe a esto, a la necesidad lúdica de descubrir la historia a medida que avanza, como si fuera un «Goonie» buscando el tesoro del pirata Willy el Tuerto. ¡Qué niño no hubiera querido vivir esa aventura! Por eso me gustan los juegos de mesa, sobre todo los cooperativos, los de estrategia, y principalmente los de rol: por lo que se comparte con otros, por lo que aprendes de otros y por lo que conectas con otros. Para mí, desde que descubrí los juegos de mesa, y principalmente los de rol, tuve la necesidad no solo de jugar a ellos, sino de crear el mío propio, con mis mundos propios.

-Imagino que también es un gran lector y pienso que sus lecturas serán muy variadas. Por que género se inclina, Fernando.

-Es verdad en el sentido que mis lecturas son de lo más dispares. Por un lado, soy capaz de leer clásicos como El pirata de Joseph Conrad, Mansfield Park de Jean Austen, La señora Dalloway de Virginia Woolf, o las novelas de aventuras de Sabatini, o una novela actual, de Vivian Gornick, por ejemplo. Pero por otro soy un lector empedernido de filosofía, supongo que por deformación. Ahora estoy leyendo- más bien estudiando- un clásico que es el Manual de filosofía escolástica de Étienne Gilson, algo definitivamente muy aburrido para una gran mayoría. En cuanto a mi género literario favorito he de confesar que durante muchos años de juventud fue la narrativa fantástica. Adoraba embarcarme en las aventuras de Añoranzas y pesares de Tad Williams o en la Tierra Media de Tolkien. Tal vez en un futuro escriba algo en ese sentido. Sin embargo, a medida que fue pasando el tiempo mis gustos se abrieron a otros géneros, principalmente a la novela histórica o de ficción histórica.

-Me gustaría conocer un poco sobre su vida. Cómo llega a la literatura. Fue un joven entusiasmado por la escritura.

-Pues llegué a la literatura principalmente por la escritura, lo cual sé que no es habitual. Fui un niño al que le gustaba escribir más que leer, tal vez porque no encontré pronto esa lectura apasionante que te abre al mundo literario. Sin embargo, la necesidad de escribir me nació muy pronto. Todavía guardo mis primeros relatos escritos con muy corta edad. Supongo que durante aquellos primeros años lo que me interesaba era inventar mis propias historias como una forma de dejar volar mi imaginación y vivir otras vidas. Por eso, cuando encontré aquella primera lectura que me proporcionó esto mismo, terminé siendo un devorador de libros. Me gastaba el poco dinero que tenía en comprarlos.

-Con la experiencia que cuenta también me gustaría saber su opinión sobre el ‘boom’ de la novela histórica en España en estos últimos años.

-Parece, por lo menos por el número de títulos publicados que aparecen en las librerías, que hay un interés por parte del público en la novela histórica. En mi opinión, y es más un intuición que un argumento formado por haber leído lo justo en este tema, este interés surge por varios factores, entre los que destacaría la necesidad de que nos cuenten historias ficcionadas de un pasado que ya no existe, de viajar en el tiempo para conocer personajes históricos o no, lugares y eventos de un tiempo posiblemente idealizado. A mi entender los lectores que degustan la novela histórica, y cada vez son más, no buscan un manual de historia donde se describan sus hechos asépticamente. Lo que desean es un relato más o menos histórico en el que por un lado se les muestren hechos históricos más o menos conocidos, y por otro la interpretación de los mismos por medio de la vivencia de los personajes.

-No sé si conoce Almería.

-Confieso que no he visitado nunca Almería, y no por falta de ganas. Mi cuñado es de esta provincia, y durante mucho tiempo me ha invitado a conocerla, pero entre unas cosas y otras nunca pude venir.

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