Cultura

Golucho lleva su realismo pictórico hasta el Teatro Auditorio de Roquetas

  • El pintor asistió ayer a la inauguración de la muestra con obras de gran formato que estará hasta finales de junio

La concejala de Cultura del Ayuntamiento de Roquetas, Eloisa Cabrera acompañada de otros compañeros del equipo de gobierno y el responsable de la Obra Cultural de CajaGranada en Almería, Francisco Ortega inauguraron ayer en el Teatro Auditorio de Roquetas una exposición pictórica de Golucho. Junto al artista también estuvo Juan Ibáñez y otros pintores de la zona.

Sin duda, se trata de una exposición donde el realismo está patente en toda su obra. Las obras, la mayoría de formatos grandes, muestran desnudos de personas de avanzada edad, así como algunos desnudos femeninos. La temática en si, puede resultar en algún momento dura, pero como asegura Golucho "me interesa la obra, no la temática".

"Golucho" es como se conoce en todo el mundo a Miguel Ángel Mayo, artista madrileño afincado en Alcoy (Alicante) que lleva más de 50 años dedicado a la pintura. Su obra conecta con la corriente del nuevo realismo y se caracteriza por el uso de texturas y por representar a personajes de la vida real. Sus pinturas han recorrido ciudades como París, Filadelfia, Nueva York, Bruselas, además de Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca o Alicante.

Pintor de enorme autoexigencia, la obra de este creador figura ya como un referente de los nuevos realismos contemporáneos. Su trayectoria de francotirador irreducible hace de él un prototipo del artista auténtico, sin contaminaciones ni concesiones al arte mercantilizado. En Madrid estudió con intensidad ávida el legado de los grandes maestros expuestos en el Prado y el Casón del Buen Retiro. Vivió buena parte de la dictadura y más tarde la transición democrática con la reflexión del que contempla el mundo y sus miserias.

Pasó por París cuando la capital de las vanguardias históricas dejaba de serlo, y allí vivió el final de la bohemia, experiencia que todavía hoy conserva en su espíritu y en cierta forma lo define. Con su vuelta España inicia un proceso de íntima relación con la pintura y sus posibilidades expresivas dentro del realismo, que culmina con la consecución en los años noventa de un lenguaje personal, notablemente novedoso en el escenario de las nuevas figuraciones.

Su mundo se centra básicamente en el ser humano y el estado de las almas, y cómo se manifiesta ese estado en lo puramente corporal y físico. Escoge personajes intensos, marcados por la vida, de enorme poder comunicador. Les practica un retrato generalmente cruel y fuertemente singularizado, con una técnica complejísima, donde la propia búsqueda se convierte en un nuevo tipo de virtuosismo y emocionante aventura. Usa el soporte como un elemento más de la pintura, rompiéndolo, alterándolo o superponiendo distintas capas.

La creación es para él un periplo de sufrimientos justificado por el feliz alumbramiento de la obra acabada.

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