Cultura

La voz de Marina Heredia y la esencia de La Chanca lucen en la Plaza de la Catedral

  • La segunda velada del Festival de Flamenco de Almería, contó con la actuación del taller coreográfico de Ana Morales y David Coria

El 52º Festival de Flamenco y Danza de Almería ofreció una triple propuesta artística el viernes en la Plaza de la Catedral, que volvió a recibir a los amantes más fieles del género. Una terna en la que se unió la pasión por al aprendizaje de los alumnos del taller coreográfico de Ana Morales y David Coria, la cotidianidad coral de un barrio almeriense fundamental para este arte como La Chanca, con un espectáculo conjunto de cante y baile y la presencia destacada de la cantaora granadina Marina Heredia. La segunda de las seis grandes veladas organizadas por el Área de Cultura del Ayuntamiento de Almería en el marco de uno de los eventos con más solera del circuito flamenco.

Las primeras en pisar escenario fueron las alumnas del taller coreográfico que, durante toda la semana, han trabajado en la Escuela Municipal de Música y Artes (EMMA) junto con Ana Morales y David Coria. El momento esperado por todo el que sueña con mostrar su talento, el escenario y la ejecución del trabajo, tanto con unas decididas seguiriyas a las voces de Edu García y Antonio 'El Genial' como por bulerías para el remate final. Frescura de jovial juventud que supo ser premiada por los asistentes.

Donde sí hubo una fusión generacional fue en La Chanca, origen y evolución, título por el que varios de los cantaores más destacados de este fundamental y sufrido barrio de la ciudad agruparon su forma de entender el cante y, por qué no, la vida. Sencilla, directa, de esencia a mar y a dignidad. Y no pudo haber mejor inicio que el sonido metálico y fragüero del martillo sobre el yunque, germen del cante flamenco en las tonás más jondas, en la voz de Josele, que recibió un nuevo homenaje en forma de aplausos.

Seguiriyas de Juan Heredia, 'El Hércules', padre de Cristo Heredia y alegrías canónicas de Serafín 'El Barquero' continuaron ahondando simbólicamente en las calles del barrio.

Origen, presente y, con Edu García, Antonio 'El Genial' y MariÁngeles Fernández, la evolución. El escalofrío del recuerdo de la gravedad vocal de Manolo Caracol en La Salvaora, tangos contemporizados con sabiduría y aires de bulería más melódica, respectivamente, como paso final a un fin de fiesta entre artistas que llevan toda la vida creciendo juntos y asumiendo costumbre y compás de generación en generación.

Dentro del flamenco hay artistas y figuras tan poliédricas y versátiles que sus actuaciones pueden generar cierta incertidumbre, no ya por cuestión de calidad, sino por el rango o concreción del recital a presenciar. Es el caso de Marina Heredia. La granadina, después del fulgor de sus inicios y su accesibilidad al público, va ganando poso en su voz con el paso de los años, dando mayor cuerpo a unas facultades que se evidencian sobradas desde el primer acorde, anoche una vez más con el sobresaliente José Quevedo El Bola a la guitarra.

Quiso la artista arrancar por esa milonga simbólica que firmara Corruco de Algeciras, En brazos de mi madre, para seguir por la bahía con alegrías de Cádiz. Un inicio con tanto brío que su ya de por sí torrencial voz tuvo que ser domada por los técnicos de sonido. Innegable pasión y conocimiento de los palos más formales, como la seguiriya y la malagueña, con remate por fandangos del Albaicín. Y es que Marina, pese a su amable imagen, maneja con soltura los cantes con mayor historia y no hay remilgos a la hora de, guante de seda en mano de hierro, recordar con emoción cantes más gitanos, como los de Adela La Chaqueta, histórica cantaora gaditana. El triunfo ya estaba garantizado por aún quedaba una vuelta de carácter más.

Acompañando a Heredia y Quevedo, las palmas de Roberto Jaén y Víctor Carrasco y la percusión de Paquito González lucieron en todo el concierto, especialmente con la tanda a caballo entre tientos y tangos, con estrofas tan legendarias como las de Y me gustan las mujeres de Camarón de la Isla o los fragmentos de Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores.

El cierre llegaría con las previsibles bulerías, cante festero por excelencia, que todavía guardaban una sorpresa más. Una descomunal interpretación vocal a pie de escenario, sin micro, del Se nos rompió el amor de Rocío Jurado que, a buen seguro, como los cientos de almerienses reunidos anoche, también se hubiese puesto de pie para ovacionar a una de las sus herederas más aventajadas.

Hoy domingo, 15 de julio, será el último de los grandes recitales en la Plaza de la Catedral. Se contará con Galeras, espectáculo de baile comandado por el almeriense Eduardo Leal en colaboración con el Conservatorio de Danza Kina Jiménez de Almería; el cantaor de la tierra Cristo Heredia, que afrontará los temas de su primer trabajo discográfico que fue presentado hace unos meses en el Teatro Apolo con éxito de público.

Y estará otra institución del cante flamenco como Carmen Linares, la cantaora con mayor dominio de prácticamente cualquier palo flamenco, Medalla de Oro de las Bellas Artes en 2006 y Premio Nacional de Música en 2001; y la jerarquía y experiencia de María Vargas. Las dos cantaoras compartieron cartel en este festival en el año 1975, con motivo del año internacional de la mujer.

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