Cultura

Turre acoge la presentación de los relatos ganadores del Premio de Cuentos Maestro Francisco González Ruiz

  • El certamen está promovido por hoyesarte.com, ycuenta con la colaboración de Arráez Editores y con el apoyo del Ayuntamiento de Turre

Imagen de Turre captada por el gran fotógrafo Domingo Leiva.

Imagen de Turre captada por el gran fotógrafo Domingo Leiva. / Domingo Leiva

La noche del próximo sábado, día 4 de septiembre, la villa de Turre (Almería) será escenario de una auténtica fiesta cultural, con motivo del acto de presentación de los relatos ganadores de la segunda edición del Premio Internacional de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruíz, certamen promovido por hoyesarte.com, que cuenta con la colaboración de Arráez Editores y con el apoyo del Ayuntamiento de Turre.

Turre es el pueblo de la Axarquía almeriense en el que nació, vivió y desarrolló la mayor parte de su labor docente el maestro Francisco González Ruíz, que da nombre al premio y en quien se concreta el paradigma del buen maestro, aquel que, según dice el viejo refrán castellano, “ha de ser fuente de ejemplo y saber”, el que consigue transmitir valores, incluso sin siquiera mencionarlos, el primero en saber iniciar a los niños y a las niñas en la lectura y en la escritura, las dos caras de la literatura.

Francisco tenía una amplia formación científica y humanística, y fue un consumado lector que se dejaba arrastrar madrugada abajo por el río de la literatura, aunque para ello tuviera que echar mano a veces de la incierta luz de las luciérnagas celestes. Este saber le permitió instruir a sus alumnos acerca de gramáticas y personas, a enseñarles el ajuste del cuento, a echar cuentas sin tener a mano calculadora alguna y a contar las historias que construyen la historia. Estaba convencido de que aquellos aprendices de hombre eran la esperanza del futuro y que era preferible enseñarles a colorear los párrafos de verde que a escribirlos al dictado.

El certamen tiene como objetivo promover el cuento breve, acaso “el cuento de verdad”, el más popular y el más perenne de todos los géneros literarios, porque las personas jamás dejaron de contar lo que sucede, ni de interesarse por lo que les cuentan en una buena narración, especialmente si se trata de algo breve y extraordinario, tal y como dejaron escrito Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. A diferencia de otras formas narrativas, el cuento breve permite la lectura de una vez, sin interrupciones que puedan desvirtuar su impacto y su sonoridad. Una sola sesión de lectura ejerce un impacto parecido al de las piezas musicales ejecutadas sin interrupciones.

El cuento breve se construye como un destello revelador, comparte con la poesía la precisión y con la novela, la capacidad de invención, pero sus posibilidades son ilimitadas, tantas como a las que pueda llevar la imaginación del cuentista para que su contar sea capaz de interesar al lector de tal manera que, sea cual sea la historia, absorba toda su atención y le haga interesarse en ella.

Quizás el verdadero arte del cuento radique en cómo iniciarlo y en cómo terminarlo. No en vano Edgar Allan Poe sostenía que todo cuento debe escribirse para el último párrafo o acaso para la última línea. En medio, no hay “sino procurar a la llana que, con palabras significantes, honestas y bien colocadas, salga nuestra oración”, tal y como pregonaba Miguel de Cervantes, porque es en la ubicación exacta de las palabras, en la soltura y energía de cada párrafo y en saber guardar el secreto del argumento principal hasta el nocaut definitivo donde está el meollo del cuento.

En el transcurso del acto, se presentará la Antología que recoge una selección de 27 de los cuentos finalistas de la primera edición del Premio, encabezados por el relato ganador: La Quitapenas, de Marco Luna. Los relatos elegidos siguen el principio unamuniano de hablar a la cabeza, el órgano de la inteligencia y la imaginación, al corazón, el órgano del sentir, de la cordialidad y la cardialidad, y al estómago, el órgano de la voluntad. Incluso la mayoría de ellos, si no todos, ponen a trabajar los tres órganos a la vez. El escritor Manuel Vilas se dice sabedor de que morirá “sin leer muchos libros que le hubieran salvado la vida”. Quizás alguno de los cuentos que se recogen en la Antología tengan esa virtud terapéutica. En cuanto tengan oportunidad, abran la caja y compruébenlo.

El II Premio Internacional de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruíz se ha desarrollado durante 6 meses (2 de enero al 7 de julio de 2021) y ha reunido a un total de 1.430 autores, residentes en 39 países diferentes, que han presentado un total de 1.842 relatos. En conjunto, América ha proporcionado prácticamente la mitad de los autores (48,8%) y de los relatos (50,7%), mientras que España ha procurado el 48,5% de los autores y el 46,5% de los cuentos, habiéndose recibido relatos procedentes de todas las Comunidades Autónomas.

El pasado día 17 de agosto el Jurado, formado por 12 personalidades del mundo de la literatura, la docencia y el ámbito editorial, falló los premios de esta segunda edición, concediendo el primer premio del certamen al relato Minuto 93, presentado bajo el seudónimo de Tictac de Carrillón, que corresponde a un autor de amplia obra literaria y artística: Marcelo Galliano (Buenos Aires, 1971). Minuto 93 es un relato de una extraordinaria fuerza narrativa, que supone un canto a la esperanza de la vida y a la confianza en uno mismo; a lo largo de su trama se entrecruzan presente y pasado, ofreciendo un paralelismo mágico entre aquel partido de fútbol que ha perdurado vivo en la memoria del protagonista y su actividad profesional como médico en medio de la actual pandemia de covid-19.

Como finalista, el Jurado ha elegido el cuento No vayan a decir, presentado con el seudónimo Silvestre Paradox por Pablo Flors Villaverde, un médico internista, residente en Valencia, que sigue la tradición de los buenos médicos-escritores españoles, como Santiago Ramón y Cajal o Gregorio Marañón que, a diferencia de los escritores-médicos, como Pío Baroja, no han abandonado su profesión. No vayan a decir trae a la memoria del lector los ecos novelísticos de Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes: se trata de un monólogo intimista y reflexivo en torno a la vida y la muerte, bajo la influencia de la mentalidad pequeño-burguesa del “qué dirán”.

Por otra parte, el jurado ha decidido conceder los dos accésits del premio Maestro Francisco González Ruíz a Urrutia, del autor argentino Cristian Acevedo, que se presentó con el seudónimo de Bustos Domecq, y Antígona, cuya autora, Yolanda Virseda Díaz, es profesora de literatura, en la comunidad de Madrid y se presentó al premio con el seudónimo de Rosalía. El primero de ellos es un relato que se inserta en la tradición de la mejor narrativa hispanoamericana, describiendo una relación de pareja que se ha ido endiablando con el paso del tiempo, entre el relámpago del primer día que se conocieron y el bramido de la tormenta final; el segundo es un relato, construido con la “técnica matrioska” acerca del Eros y del Tánatos, que mantiene en todo momento la tensión en el hilo narrativo para captar la atención del lector.

Durante el acto de entrega de premios se recogerá el testimonio de los autores y se leerán los relatos ganadores. Pondrá el punto final a esta singular noche cultural el grupo musical AFALKAY, que traerá aires de El Magreb y su particular manera de fusionar la música africana, el flamenco y el jazz. AFALKAY lo componen 6 instrumentistas, de los que es difícil distinguir quién es más virtuoso, pues todos ellos han sido agraciados con el genio musical: Hassane Lahjari (percusión); Jerónimo Maya (guitarra flamenca); Mohammed el Bouzidi (gembri); Houssam Haoummi (nei y kanun); Akinsola Elegbede (batería), y Pablo Hernández (saxos). El grupo lo completa Blanca Paloma, cuya voz es clara y limpia como el agua de manantial, profunda como la mina que alumbra el agua, pero, lejos de ser insípida, inodora e incolora, tiene el regusto de las músicas de raíz, los olores que van desde el poema musicado a la zambra, pasando por los de la tarara, la petenera, la bulería… o la de esa nana que acuna la luna en el regazo de la noche, y muestra los diferentes colores de su voz flamenca, árabe y latina.

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