Cultura

La más alta derrota

  • Javier Reverte reconstruye la peripecia vital del general Modesto durante la agonía y el estrépito de la Guerra Civil

Extrañamente, no es mucho lo que se sabe del general Modesto. Su filiación comunista, su formación militar en la academia Frunze, la vertiginosa ascensión al generalato republicano, su extraordinario papel en la batalla del Ebro, la huida de España tras la caída de Barcelona, su muerte en el exilio de Praga, una Praga ocupada por las tropas soviéticas... También algún comentario adverso que recoge, sumariamente, Hugh Tomas, y que lo señala como hombre "sarcástico y cruel" en la hora más negra de la historia de España. Esta escasez de datos, y la formidable leyenda que acompaña al general Modesto, cuyo verdadero nombre era Juan Guilloto León, natural de El Puerto de Santa María, es la que ha permitido a Javier Reverte anudar una poderoso relato, donde al momentáneo heroísmo de los hombres se ha sobrepuesto ya, de modo irrevocable, la dolorosa estampa de un país en ruinas.

Dice Defoe en su Diario del año de la peste: "por penoso que sea un hecho, debe contarse". En ese "debe", escrito en 1722, se formula y resume tanto la moderna historiografía como el cronismo moderno. El tiempo de los héroes, a pesar de su estructura novelada, responde en buena medida a esta necesidad de relatar el pormenor sangriento de la contienda española. La razón última de El tiempo de los héroes, y así se nos dice en el epílogo que acompaña la obra, ha sido, no sólo la de revivir la gran tragedia de un pueblo; sino la de recordar la ferocidad y el oprobio que arrastra cualquier guerra. En este sentido, el novelista goza de una enorme ventaja sobre la obligada reserva del historiador. Y es, precisamente, en la eficaz descripción de hombres y paisajes, de escaramuzas bélicas, de innumerables actos de crueldad, sevicia y heroísmo, donde la escritura de Javier Reverte alcanza su mejor expresión, sustentada en un vivo y melancólico lirismo. De este modo, si la tenue figura histórica de Modesto, ayuna de datos, ha permitido al autor la construcción de un notable personaje -el del militar honesto, berroqueño, leal, abocado a la guerra-, su cercanía con el poder republicano ha posibilitado, de otra parte, ofrecer un minucioso relato de los amenes del Gobierno de Negrín y sus dramáticas horas finales en España.

Quizá el mayor acierto de El tiempo de los héroes, aparte la visión doliente, ponderada, en absoluto banderiza, del conflicto, sea ésta de abismar al lector en la crónica urgente de una derrota, en la que inevitablemente se cruzan el escepticismo, la esperanza y el desánimo. Quiere esto decir que la novela, estructurada como una sucesión de flashbacks, no está escrita desde una posteridad en la que ya sabemos cuál fue el resultado; sino desde la inmediatez de un hoy, el hoy de 1938/39, en el que sus personajes libran una guerra de final incierto. Las numerosas páginas dedicadas a las batallas del Jarama, de Teruel o la batalla del Ebro, donde se narra magníficamente el despliegue militar del ejército republicano, contribuyen a esta fantasmagoría. Ahí asistimos, no sólo a la agonía y el estrépito de los combates, sino a la guerra como una operación abierta, como un vasto mecano, tentacular y en marcha, del que ignoramos por completo sus consecuencias. Esta suspensión de lo real, la pericia literaria con que se vadea el espesor histórico para inmergirnos violentamente en el pasado, es una de las mayores singularidades de esta novela. A lo cual debe añadirse la visión trágica, desolada, omnicomprensiva, que Reverte aplica a los desastres de la Guerra Civil, y cuya naturaleza específica pone en la voz y en la pluma del reportero norteamericano Herbert Matthews: "No hay guerra entre naciones que pueda compararse a una guerra civil, porque en ella se vuelcan al mismo tiempo todos los sentimientos de odio y todos los sentimientos de amor". Los personajes principales de El tiempo de los héroes: el general Modesto, su guardaespaldas Cachalote y el comisario político Luis Delage, son prueba fehaciente de ello. Perdida la guerra, les aguardaba el exilio, el olvido, la incesante y amarga nostalgia de la patria.

Javier Reverte. Plaza & Janés. Barcelona, 2013. 592 páginas. 22,90 euros

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