César Pérez Gellida: “Hay violencia en mi obra, como en nosotros desde el principio de los tiempos”

El ganador del Nadal por ‘Bajo tierra seca’ regresa a los personajes de aquel libro con ‘Nada bueno germina’, una obra que va “más allá de una historia de venganza”.

Ruta (literaria) por Iberia de la mano de David Uclés

El escritor César Pérez Gellida (Valladolid, 1974).
El escritor César Pérez Gellida (Valladolid, 1974). / Nacho Gallego / Efe
Salvador Gutiérrez Solís

11 de octubre 2025 - 07:01

El narrador vallisoletano César Pérez Gellida (1974) regresa al mundo y personajes de Bajo tierra seca, novela con la que ganó el Premio Nadal en 2024, con Nada bueno germina (Destino), una historia de venganza y deseo de poder.

Pregunta.–¿Personajes tan poderosos le han pedido una nueva historia o es algo que ya tenía planeado, durante la redacción de Bajo tierra seca?

Respuesta.–No sabría decir en qué momento tomé la decisión de dar continuidad a esta historia, pero desde luego surgió de forma natural. Y eso sucede porque tenía la certeza de que los personajes principales de Bajo tierra seca podrían sostener una trama sólida con una atmósfera diferente, más urbana, y añadiendo ingredientes distintos. Así se cocinó Nada bueno germina, como un guiso cuyo sabor recuerda a la novela precedente pero que, en realidad, tiene poco que ver.

P.–Antonia Monterroso y Sebastián Costa son una especie de Bonnie and Clyde ibéricos. ¿Qué les une?

R.–Ni ellos mismos lo saben. De Costa hacia Antonia diría que el vínculo es parecido a la camaradería con un componente añadido que es lo sexual. Antonia, por su parte, ve en Sebastián Costa al hombre que siempre quiso tener a su lado, que representa los valores que a ella le faltan. El problema surge cuando la ambición de una choca con el concepto de lealtad del otro, entonces, esa grieta se convierte en un abismo imposible de salvar. Como los imanes, sus almas se atraen y se repelen al mismo tiempo.

P.–En Nada bueno germina el pasado son cuentas pendientes y la venganza el combustible que alimenta su historia.

R.–No sé si la venganza es lo que alimenta esta historia. Diría que es la chispa de ignición, pero lo que sucede en la novela va mucho más allá de una simple historia de venganza. Las motivaciones que mueven a los personajes son complejas y muy diversas, hay intereses contrapuestos. Estoy muy orgulloso de haber sido capaz de manejar varias tramas y distintas ópticas para que el lector viva una experiencia poco habitual en un thriller con ambientación histórica. La sucesión de acontecimientos es vertiginosa y, al mismo tiempo, profunda.

“No me importan los géneros literarios. Yo me siento cómodo si me divierto ante el teclado”

P.–El poder, tanto en sus dos últimas novelas, como en las anteriores, es un tema recurrente. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar con tal de conseguirlo?

R.–El manejo del poder y la ambición suelen ir de la mano desde que el ser humano empezó a vivir en sociedad. Al principio consistía en una lucha por los recursos naturales, la tierra, porque en eso consistía la riqueza. Desde entonces lo único que ha cambiado es el objeto de deseo, pero seguimos matándonos y vamos a seguir haciéndolo porque es consustancial a la especie dominante. Límites no existen, de eso ya nos hemos encargado durante siglos de demostrarlo, pero en el siglo XX nos superamos a nosotros mismos con dos guerras mundiales y otros conflictos bélicos a gran escala que afectaron todos los rincones del planeta. Pero no nos conformamos con eso, y en estos momentos vivimos años en los que no parece que vayamos a ser capaces de entendernos de otra manera que no sea recurrir a la violencia.

P.Nada bueno germina se mueve entre el thriller, el western y la road movie, ¿se siente más cómodo en lo híbrido o es lo que demandaba la historia?

R.–Digamos que esta bilogía compuesta por Bajo tierra seca y Nada bueno germina se desarrolla en distintas atmósferas, pero es la necesidad que tenemos de etiquetar productos lo que nos hace encontrar símiles. A mí me parece todo bien, pero estoy seguro de que cada lector podría calificar estas novelas de forma diferente. Como escritor me siento cómodo siempre que me divierta delante del teclado, y eso solo depende del desarrollo de la trama y del comportamiento en mi cabeza de los personajes que la protagonicen. Si eso sucede, el resto es abono para el campo. Porque, como afirma Sebastián Costa: “Bajo tierra seca, nada bueno germina”.

“Se podría hacer una adaptación audiovisual de muchos quilates con el material que hay”

P.–Su literatura se caracteriza por una disección muy precisa de la violencia. ¿Nos diferencia y define? ¿Hay una violencia genuinamente española?

R.–No sé si es un rasgo que defina mi estilo, pero es verdad que la violencia está muy presente en mi obra como presente está en nosotros desde el principio de los tiempos. Tampoco sé si los españoles trabajamos un tipo de violencia específica, pero si diseccionamos el origen, lo que nos lleva a ejercerla, la envidia suele estar muy presente dentro de nuestras fronteras.

P.–¿Entre esa España, de 1918, y la actual, hay más diferencias o similitudes?

R.–Hemos cambiado poco como sociedad, pero los avances tecnológicos del siglo XX sí han provocado que nos relacionemos entre nosotros de una forma muy diferente a como se hacía hace cien años.

P.–Hace poco se ha estrenado la segunda temporada de la serie Memento mori, y ya se ha confirmado una tercera. ¿Habrá adaptación audiovisual de estas dos últimas novelas?

R.–Me encantaría. De hecho, Bajo tierra seca nació como un proyecto audiovisual que decidí transformarlo en una novela que terminé presentando y ganando el Premio Nadal. Sé cómo funciona esta industria, y las prisas son del todo incompatibles con el desarrollo de un proyecto que merezca la pena. Dicho esto, estoy convencido de que se podría hacer una adaptación audiovisual de muchos quilates con el material que hay, con las novelas, pero eso no depende tanto de mí como de las personas que me quieran acompañar en ese tortuoso camino.

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