Cultura

"Para descubrir lo bueno de la vida, necesitas conocer lo malo"

Hacía tres años que apenas sabíamos de él aunque, durante este tiempo, Orozco no ha dejado de trabajar en ningún momento. Implicado en bandas sonoras de películas como Diario de una ninfómana o Tapas o de obras de teatro como En la cama, el artista ha ido, poco a poco, eligiendo los doce temas que forman parte de Renovatio, apuesta llena de luz que defiende a la vez que ejerce de padre de un hijo de tres primaveras que le ha dado la estabilidad suficiente para replantearse esta nueva etapa a la que profesionalmente se enfrenta y de la que, el próximo 13 de noviembre, seremos testigos gracias al concierto que tiene previsto ofrecer en la sevillana sala Vannity.

-¿Me equivoco o está usted más feliz que nunca?

-Lo que ocurre es que he tenido oportunidad para meditar mucho y para tomar consciencia de lo que estaba pasando a mi alrededor. Soy recién papá, tengo una familia maravillosa con la que hacía bastante no existía un hilo de conducción claro y natural… En definitiva, he pasado por multitud de experiencias que me he dedicado a recoger y a contar tal y como las he sentido.

-Entonces, ¿hablamos de una renovación más profesional que personal? ¿Un intermedio entre ambas?

-Renovatio es un término que posee bastantes acepciones pero, en el fondo, se trata de intentar que la realidad vaya por diferentes caminos y tome distintos colores. No es cuestión de olvidar el pasado. Es fundamental crecer y yo no soy un hombre de rutinas. Necesitaba acercarme al sonido de lo que considero más español y flamenco.

-En 2010 se cumplirá la primera década desde que publicara su álbum, 'Un reloj y una vela'. Explíqueme lo que queda si echa un vistazo hacia atrás…

-Un mundo por delante. Nunca consideré que hubiera llegado a ningún sitio, con lo que esto es un proyecto de futuro lleno de objetivos por cumplir. Por lo pronto, en los próximos dos meses terminaré de darle forma a este embrión.

-Una carrera la suya en la que, Sevilla, juega un papel esencial puesto que, a la orilla del Guadalquivir, en la calle Betis, fue donde decidió que quería ser artista…

-Esa historia la expliqué hace diez años y, lo que en principio fue una anécdota, hoy resulta casi imprescindible en mis entrevistas. Es verdad que, la pasión definitiva por esto mío, me apareció en esta ciudad. Supongo que era el hilo conductor con mis orígenes… Por otro lado, tampoco es raro que, a cualquiera que pasa por aquí, le suceda algo maravilloso que desemboque en sueños por cumplir. No soy una excepción.

-¿Seguro? Ha logrado mantenerse en primera línea 'de batalla' sin salir en programas de televisión ni en revistas del corazón… ¿Cómo lo ha hecho?

-Obviando eso. No está ni en mi vocabulario, ni en mi pensamiento con lo que no puedo dedicarme a algo que no existe. Respeto a la gente que lo practica pero, para mí, hay cosas muchísimo más importantes que la música. Como sentir que mi intimidad es mía y la tengo que disfrutar. Si no puedo tener una existencia normal, no entiendo la finalidad de esto. Y por supuesto que el dinero no es ningún sustitutivo.

-Es evidente que conoce el éxito... ¿Qué consideraría usted un fracaso?

-Pues, si en algún momento el oído del público dejara de seguir mis composiciones, sería lo más triste que me pudiera ocurrir. Para descubrir lo bueno de la vida, necesitas conocer lo malo. ¿Es posible saber lo que es el hambre sin haber comido nunca? (…) Sería una pena dejar de contar con la complicidad de la gente pero, en ese caso, tendría que esforzarme más. Escribo y compongo porque necesito que se me escuche.

-¿Cuál es la clave para lograr este renacer que propugna?

-No hay ningún profesor que te enseñe a enfrentarte a tu talento. Debes crecer y confiar en ti más que nadie y encaminarte por donde desees, no por donde te dicten. Es la única fórmula que conozco (…). Y te aseguro que funciona…

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