Cultura

La edad de oro

Aunque no siempre se acordaba de mencionar su breve y primerísima etapa de meritorio, Josep Pla se había iniciado como periodista en Las Noticias, pero fue La Publicidad -que poco después catalanizaría su nombre- el diario que le sirvió de plataforma para convertirse en uno de los grandes cronistas del siglo XX. Comenzó trabajando en la edición nocturna, se hartó de inflar teletipos y redactó decenas de sueltos anónimos, pero tuvo la fortuna de ser enviado, con apenas veintitrés años, a París, donde comenzó su brillante carrera como corresponsal en capitales de media Europa, en la que sobresalen la cobertura de la marcha de Roma, los años de la inflación en el Berlín de entreguerras o el advenimiento de la República española. Con una peculiar mezcla de desdén y nostalgia, desde su retiro en la masía familiar de Llofriu, el escritor catalán se pasaría toda la vida manifestando su distancia respecto del oficio, pero lo cierto es que la mayor parte de las treinta mil páginas que componen su obra completa vieron la luz en los papeles, como él los llamaba, antes de ser recogidas en libro.

Traductor y editor de la obra del ampurdanés, Xavier Pericay -cuyas recientes memorias, Filología catalana, acaban de ser publicadas en castellano por Barataria- ha rastreado en este excelente ensayo los inicios de Pla en el periodismo, en tiempos menesterosos pero heroicos que corresponden a los años de formación de Pla, desde su fugaz paso por Las Noticias en el verano de 1919 hasta la celebración de la Conferencia Internacional de Génova en 1922, que el ya veterano debutante cubrió para cuatro diarios. Pericay divide su relato en tres partes: los comienzos propiamente dichos, la estancia de Pla en París y la asistencia a la citada Conferencia, donde se dieron cita centenares de periodistas que debían contar al mundo las numerosas complicaciones surgidas de la imposibilidad de llevar a la práctica lo pactado en Versalles. Es un relato apasionante, minuciosamente documentado, en el que comparecen los mejores representantes del "viejo periodismo" -Camba, Gaziel, Corpus Barga, Álvarez del Vayo o Xammar, entre los españoles; Giovanni Ansaldo, Theodor Wolf, Hemingway o el gran Henry Wickham Steed, entre los extranjeros-, reivindicado por Pericay frente a las veleidades subjetivistas, siempre atento a la realidad o, para decirlo con palabras de Pla, "perfectamente dentro de la vida". Porque el libro no se limita a hacer el retrato del joven periodista, por lo demás exacto y muy ponderado, sino que se sirve de su trayectoria -que Pla contó a su manera, bastante matizada por el autor- para reivindicar toda una época que podríamos llamar clásica, en la que los corresponsales suplieron la falta de medios con enormes dosis de vocación y talento. "Era un oficio que le llevaba a uno a hablar con la gente -escribió Pla-, a leer y a escribir. Es lo que he hecho toda la vida".

Xavier Pericay Editorial Destino. Barcelona, 2009. 298 páginas. 20 euros.

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