Cultura

La tejedora Isabel Soler expone sus tejidos naturales en la sala Arte 21

  • La única tejedora tradicional que queda en Níjar ha traído su obra hasta la capital

Isabel Soler es una mujer amable, con una sonrisa permanente, una voz cálida y sin prisas. Se muestra feliz de poder hablar de su trabajo, al que dedica toda su vida y su cariño. Sigue las tradiciones familiares pero no deja de experimentar con los tintes y las hiladuras como hicieron antes que ella en su familia.

Es hija y nieta de tejedores. Su abuela, La Guerrica, sobrevivió los años malos realizando mantas para caballos, en los antiguos telares en los que durante siglos se habían realizados las mantas alpujarreñas. Su padre, Ramón Soler, nunca dejó de tejer jarapas, su telar siempre estaba trabajando. Toda la familia se dedicaba a los tejidos, hacer tiras, hilar, tejer, tintar en los años del cine, muchos de los ponchos, tan populares en la gran pantalla, salieron de este taller.

Isabel se subió a un telar por primera vez a los catorce años con su padre. De él aprendió a ser muy selectiva con los colores, a agruparlos antes de tejer para tener un tejido atractivo cromáticamente a pesar de su sencillez en el trabajo, lo que convierte a estas mantas en trabajos puramente artesanales cargados de una gran elegancia. Su casa es un taller y una exposición, La Casa de los Milagros. No es que los telares estén en casa, es un todo. Trabaja el bajo lizo en tres telares diferentes, grandes y rotundos, musicales casi, cuando trabajan, uno de ellos plegable que es una pieza diferente y muy atractiva para ciertas mantas.

Pero Isabel no solo realiza el tejido, su trabajo comienza cuando sale al campo en busca de los tintes, cuando camina buscando las plantas que le puedan dar el colorido que desea trabajar. Algunas fórmulas las ha heredado de su abuela, otras surgen de sus experimentos e incluso del azar. El material es pura lana que admite muy bien estas tinturas y con ella realiza sus mantas. No complica el tejido, solo trabaja lo que le permite técnicamente el telar, lo que el juego de pies, según los pedales con los que cuente, pueda hacer.

El resultado es de una calidad máxima, de material, tinte y tejido. Estéticamente bellas, estas mantas son parte de nuestro patrimonio, son los tejidos de nuestros mayores, de nuestros ancestros, con su sencillez y su tacto.

La sala Arte 21 muestra estos días los tejidos de Isabel que podemos ver junto con las cerámicas de su marido, Mathew, escocés, con el que se casó en 1990 y que llegó a Níjar siendo grabador y donde se ha afincado como alfarero y ceramista de gran calidad. Azucena Bretón, la galerista, nos regala en esta ocasión patrimonio, tradición y belleza de la manera más simple, demostrándonos que el Arte Contemporáneo puede convivir con lo artesanal de la forma más natural.

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