Análisis

Salvador torres escámez

ALMERÍA EN ROLAND GARROS: JUEGO, SET Y PARTIDO

H as visto el anuncio de Eurosport?", me "wasapeó" un amigo cuando estaba viendo un partido de tenis del célebre torneo parisino. Lo había visto.

Efectivamente, el anuncio sobre las bondades de Almería era bonito, agradable y me pareció muy conseguido. Invita a visitarnos, ponderando nuestras cosas buenas: la arena de nuestras playas, la belleza de nuestros paisajes, el embrujo de la Alcazaba… . Es cierto que oculta algunas realidades impresentables. Por citar solo una y no molestar demasiado: el emisario de Aguadulce. Pero los anuncios publicitarios son lo que son.

No sé por qué el anuncio me ha hecho pensar en una pareja de alemanes, que, hechizados por él, se deciden a venir a vernos, ya que se encuentran en Madrid. Como no les viene bien gastarse cada uno quinientos euros en un billete de avión, deciden hacerlo en tren. Se montan en Atocha y, después de siete horas de viaje (si no ha habido ningún incidente, que no es raro) llegan …a Huércal. Allí les dicen que bajen su equipaje y los suben a un autobús, que, media hora más tarde, los deja en la Intermodal

Hans y Brigitta preguntan extrañados : "¿Esto será provisional, no?". "Bueno, les contesta su interlocutor, llevamos así tres años y no sé cuánto más quedará". En esas estamos.

Como es natural, piensas ¿de qué servirá tanto gasto en publicidad con las comunicaciones que tenemos?. Me pasó lo mismo con aquella campaña de hace tres o cuatro años cuando Almería fue declarada Capital Mundial de la Tapa (o algo así). ¿Cuanto costó? ¿Cuántos visitantes vinieron a pasar un fin de semana y degustar los boquerones en adobo o la jibia en salsa?.

Cuestiones como éstas me llevan siempre a pensar en la desidia de los almerienses, nuestro conformismo, el abandono que padecemos, la falta de exigencia con nosotros mismos y, consiguientemente, con los demás. Algún intelectual local define este sentimiento como "irredentismo".

Es cierto que no hemos tenido suerte con los políticos que han tenido que representarnos y defendernos, bien por ser cuneros, por estar amarrados al duro banco del buen sueldo inencontrable en otro sitio o por alguna otra razón. Nos han faltado líderes que lleven a nuestra Ciudad y a nuestra Provincia al progreso, a la modernidad, a la cultura, a la formación.

Pero también es cierto que no hemos sabido reaccionar como sociedad. Por eso hago un llamamiento a los jóvenes para que se esfuercen y trabajen en conseguir lo que creo que mi generación -y en este punto me siento un poco avergonzado- no ha sabido alcanzar, habiéndolo intentado muy poco.

Por eso, en este momento sólo me queda gritar: "Vamos, Almería", a por el juego, el set y el partido.

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