Carta del Director/Luz de cobre

La Almería 'despechá'

El despecho de la Almería orgullosa se percibe en la fuerza que los que aquí habitan son capaces de impulsarEl colectivo domesticado se aleja y regresa el indivividualismo del trabajo y del triunfo en pos de objetivos comunes

"BABY, no me llames, que yo estoy ocupada olvidando tus males. / Ya decidí que esta noche se sale, con todas mis motomamis, con toda mis gyales". Es este un pequeño fragmento de la que ya es, sin duda, la canción de un verano que se acaba. 'Despechá', de Rosalía, se cocinó en el concierto que la cantante catalana ofreció en Almería ante más de doce mil personas. Si usted, como yo, busca en redes o en cualquier plataforma encontrará las imágenes del evento capitalino catapultadas hasta el infinito y más allá gracias a un trabajo de marketing publicitario inigualable. Todo ello aderezado con el poder de la repetición que las nuevas tecnologías ofrecen y con la capital como base sobre la que se sustenta toda la estrategia digital de, posiblemente, ahora mismo la más internacional de nuestras estrellas.

El ritmo pegadizo y facilón, con un novedoso baile muy del verano, me sirve para analizar con un poco más de sentido común y con la seriedad que el inicio del curso político requiere la Almería 'despechá', la tierra que se siente molesta, enfadada por tantos años de olvido, por tantos años de promesas incumplidas, por tantos años de fijar sobre el papel necesidades que luego se diluyen como azucarillos en el café.

Son tiempos en los que el valor de la palabra dada es casi ninguno. Vivimos a ritmo de tuit, a ritmo de redes, a ritmo de mentiras, en los que buscamos despuntar en medio de la mediocridad y la desinformación para alcanzar objetivos no siempre en beneficio de la comunidad. El despecho de la Almería orgullosa se percibe en la fuerza que los que aquí habitan son capaces de impulsar en desarrollo, en tecnología, en inversiones, en exportación o en imagen, dejando a un lado a los echadores de cartas digitales y nigromantes de bolas de vidrio cuarteado.

La decepción por tanto incumplimiento se ha instalado en el ADN de todos nosotros, que casi nos traen al fresco los mensajes cruzados e insistentes, que buscan truncar o permanecer en el cerebro de aquellos que ya ni los procesan. A un lado, o al margen, se quedan en más ocasiones de las necesarias la pléyade de pastores del Hades, que insisten en la búsqueda de sonámbulos o muertos vivientes a los que seguir lavándoles el cerebro.

Ya no cuela. El despecho -que hermosa palabra ha rescatado Rosalía en este tórrido verano de olas de calor interminables- se ha instalado en la conciencia colectiva. De tal modo que los porqueros a sueldo perciben como se aleja el colectivo domesticado y regresa el individualismo de la fuerza, del triunfo, del trabajo en la búsqueda de objetivos comunes al margen de lo establecido y lejos, cada vez con más insistencia, de los controladores de brújula de plástico de feria que ven como el cuento de la lechera se acaba porque el cántaro se rompe. Ya no vale la suma de mentiras para hacer una verdad. El despecho de una provincia olvidada se impone.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios