Los buenos resultados no llegan. Una victoria en los últimos nueve partidos son registros "pírricos" para un equipo como el Almería que aspiraba desde un principio de Liga al ascenso directo. Aún recuerdo las palabras de Gomes, cuando tras no ser capaz de ganar en La Romareda, aseguró que el equipo sumaría 24 de los 24 puntos en juego y que con esa cifra ascenderían a Primera División. En aquel momento no le faltaba ni una pizca de razón a Gomes, pero la realidad ha sido, desgraciadamente, bien distinta, sencillamente porque el equipo no ha cumplido las expectativas depositadas en él. De Ahí que ahora tenga un nuevo inquilino en el banquillo para tratar de enderezar el rumbo de una nave claramente a la deriva. ¿Culpables? No es el momento de señalar a nadie, pero tanto el cuerpo técnico como los jugadores tienen su parte alícuota de responsabilidad del devenir de los acontecimientos. Rubi, con cierto criterio, apostó por no hacer una revolución en el equipo de cara al partido frente al Real Oviedo, después de tan solo tres días de trabajo con los jugadores, pero le bastaron noventa minutos, fuera de la rutina del entrenamiento diario, para darse cuenta de que hay cosas que hay que cambiar, y no solo de sistema de juego. ¿Qué le ha pasado al equipo en este último mes y medio?. Al igual da para una tesis en la UAL, porque no es normal, y eso que a principios de curso y con tantos partidos en tan pocos días, se hizo famoso lo de las rotaciones en el equipo, a veces de hasta once jugadores. ¿Para que llegaran frescos al tramo decisivo de la temporada?. Lo dijo Rubi y muchos coincidimos con él, y no es de ahora. El equipo está sin chispa, con jugadores, algunos, lejos de su mejor momento. De ahí que de cara al partido en Tenerife haya cambios en el equipo. Ahora sí ha tenido Rubi tiempo de analizar bien el partido frente al Oviedo y una semana por delante para darse cuenta de cómo está la plantilla.

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