Sigue teniendo pendiente esta UD Almería una asignatura: la de los partidos fuera de casa, donde (a excepción de en Soria con aquel ya lejano 0-2) no es ni la sombra de lo que llega a ser en el estadio almeriense, afortunadamente brillante. La última muestra, el botón que se pudo presenciar en Tarragona contra un Nástic que tardó menos de tres minutos en abrir la lata gracias a un sistema defensivo rojiblanco que hace tantas aguas como las que han dejado estas lluvias de la última semana. Ni los dos goles de Owona en aquellos mágicos cinco minutos antes del descanso ni las múltiples ocasiones para sentenciar en la segunda parte fueron suficientes para traerse otros tres puntos. Pese a la injusticia del segundo gol local, precedido de una falta que nunca debió pitar el árbitro, el resultado final no resultó injusto, siendo sinceros. Oportunidad perdida de hundir al colista, habiendo encajado 16 goles más de los marcados…

Toca pensar en el siguiente partido, afortunadamente en el Juegos Mediterráneos, con el Extremadura como rival. Tras el cese de Sabas, los pacenses parecen remontar el vuelo, con un partido muy saneado ante el Málaga y una goleada en Reus como antecedente directo en cuanto a desplazamientos con el póker del pichichi Enric Gallego, uno de los grandes descubrimientos en lo que va de temporada. Aparte de él, arriba cuenta con el exrojiblanco Chuli, que parece haberle quitado el puesto de segundo delantero a Renella, ahora habitual del banquillo junto al albojense Capel. Por lo demás, un siempre peligroso Kike Márquez, goleador ayer, un joven pero buen mediocentro como Roberto Olabe, mismos adjetivos que se pueden aplicar al portero Álvaro Fernández, que perfectamente podría ser hijo del hombre que capitanea la zaga, el veterano Iñigo López. Será el sábado noche cuando podamos asistir con esperanza al reencuentro de los de Fran Fernández con la victoria, tras tres tristes encuentros consecutivos sin saborearla. Que no se convierta en otra asignatura pendiente.