En los tiempos que corren, raro es el equipo, sea de la categoría que sea, de Primera División o de Regional, que no tiene un perfil, como mínimo, en una red social. Recuerdo, cuando aún estaba en el colegio, que tuve que escribir una carta de mi puño y letra, meterla en un sobre, comprar un sello y echarla en el buzón de Correos destino a Bilbao para ponerme en contacto con el Athetic Club. Ese era el proceso para comunicarte con el equipo de tus amores. Ahora, con un simple click sobre la pantalla de tu móvil, puedes hasta hablar con los jugadores. Cómo lo han revolucionado todo las redes sociales, sobre todo la forma en la que nos comunicamos o generamos vínculos que hace tres décadas serían impensables. Es increíble la facilidad con la que interactua ahora un aficionado con su equipo, un conjunto de LFP con uno de Tercera horas antes de un duelo de Copa del Rey o defensores de distintos escudos entre sí comentando alguna jugada polémica. Desde la llegada de Turki Al Sheikh, la Unión Deportiva Almería ha crecido notablemente en el aspecto digital, con más y mejor presencia en las redes, lo que le ha hecho ganar muchísimos followers. Y esto creo que es muy bueno, o debería serlo. Nunca está de más que el nombre de tu ciudad, de tu club, de la vuelta al mundo gracias a que está sabiendo posicionarse en primera fila del escaparate de Twitter, Facebook o Instagram. Creo que es positivo, aunque puede convertirse en un problema si no sabe gestionarse. Algunas entidades almerienses de categorías muchos más modestas toman como ejemplo a los grandes clubes para darle un empujón a sus redes sociales, algo que es lógico y natural, evidentemente. Si algo va bien, se copia y punto. El peligro llega cuando un club humilde prioriza más su imagen en Twitter que atender a su cantera, por ejemplo. Está genial querer tener la mejor página web, al CM más gracioso y cientos de me gusta en las publicaciones, pero al final lo que hace sobrevivir a un equipo de fútbol es su éxito sobre el terreno de juego, la auténtica realidad. Es importante estar, pero mucho más lo es ser y para ello no hay que dejarse arrastrar por el postureo.

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