Análisis

txabi Ferrero

El 31 y 32

Arvin Appiah y Largie Ramazani tienen muchos puntos en común

Hay partidos para el recuerdo y para el olvido. El del Insular, del pasado domingo, tuvo de los dos para Largie Ramazani y Arvin Appiah. El delantero burundés, con pasaporte belga, lo recordará, y sería conveniente que también lo olvidara, por el desafortunado mano a mano con el portero Raúl Fernández. El ghanés, nacido en Amsterdam y criado en Inglaterra, estrenó su casillero goleador de este curso -le marcó en Copa al Amorebieta-. El gol, con todo, no es lo suyo. Uno lleva 3 en 48 partidos como rojiblanco. El otro suma 11 en 47. Con orígenes distintos pertenecen a la misma generación, la JASP (jóvenes aunque sobradamente preparados). Se llevan 53 días. Arvin cumplió 21 años el día 5 y Largie habrá de esperar hasta el 27 de febrero para hacerlo. Llegaron muy jóvenes y en el caso de Appiah, con la enorme presión añadida de ser el fichaje más caro de Segunda. Sus historias tienen más puntos en común. Son muy buenos cuando les salen las cosas y marcan o asisten. Y son demasiados jóvenes, y cometen pecados de juventud cuando no están acertados y pasan por los partidos sin ningún protagonismo. Esta doble realidad pertenece también a los equipos de cantera. Cuando ganan, su objetivo es competir y la formación queda en segundo plano. Cuando pierden, la formación es lo más importante y la competición es algo secundario. Un doble lenguaje oportunista que las directivas emplean a su antojo. La rapidez distingue a ambos jugadores. Esa misma aceleración es la que utilizan muchos en los momento buenos, para auparles a lo más alto y asignarles la condición de estrellas, pero también cuando las cosas no son tan de color de rosa para derribarles del pedestal al que les han aupado, tras confundir la prisa con la velocidad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios