Análisis

aarón martínez

Balas en tiempos de paz

Con un Almería tercero y a dos puntos del ascenso, la mentalidad no puede ser derrotista

En una semana de dimes y diretes y muchas voces críticas, no puedo dejar de ser optimistas con este Almería de José Gomes. El conjunto indálico ha demostrado más aspectos positivos que negativos en el cómputo general de la temporada. Centrándonos en el técnico luso, ha sentado las bases de un proyecto futbolístico y ha dado estabilidad a un banquillo caliente. No valorar lo que ha hecho el míster en estos meses es de una suma ignorancia. El argumento, un tanto tribunero, de que cualquiera podría entrenar a este equipo y, además, meterlo en los primeros puestos, carece de cualquier lógica. Es más, catalogar a Gomes de mal entrenador es bastante burdo. El fútbol vistoso y el juego de posesión han encandilado por momentos a una afición que estaba huérfana durante años de un equipo disfrutable y ganador. Asimismo, futbolistas como Aketxe o Corpas nunca habían rendido como hasta ahora. Otros, como Akieme, Morlanes, Samú o Umar Sadiq, difícilmente habrían caído tan bien en un esquema y en un contexto como el que ha formado Gomes en este vestuario. Evidentemente, hay cosas en las que está fallando. El manido término del «plan B» o el tema de los cambios están siendo errores impropios de un plantel que lucha por ascender a Primera División. Ni variando el dibujo ni en la sustitución de futbolistas está acertado el entrenador portugués. El mayor pecado es caer en lo rutinario y que los rivales le tengan cogida, en parte, la medida. No es cuestión de alabar o criticar más al equipo, sino en ser más coherentes con lo que se dice. Porque aquellos que se plantean siquiera despedir a José Gomes confunden la situación actual del equipo. Con un Almería tercero y a dos puntos del ascenso directo, la mentalidad no puede ser derrotista. Quedan doce jornadas en las que cada fecha se va a convertir en una sucesión de duelos con todo por decidir. Cortar cabezas a estas alturas es un acto suicida. Balas en tiempos de paz.

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