Análisis

ramón gómez vivancos-garcía

Las casualidades no existen

Un equipo que quiere estar en ascenso no puede ni debe recibir tantos golesEl nuevo gol anulado es rizar el rizo de lo más recónditoSadiq estuvo apático y Corpas desquiciadoNo sé si será por Turki, pero cualquier atisbo de reacción es cortado en seco con intención

Cualquiera sabe lo que estaría despotricando Makaridze, seguramente en su idioma, tras encajar el segundo tanto. Vamos, como cuando nosotros juramos en hebreo. Eso sí, con toda la razón del mundo, porque un equipo que quiere estar en puestos de ascenso no puede ni debe recibir tantos goles, y con tanta facilidad. Ya casi ha encajado el conjunto de Gomes los mismos tantos que recibió la UDA en liga regular la temporada pasada. Y aquel equipo de Costas y compañía no defendía como la Real Sociedad de principio de los 80. Menudo dato para abrir boca, ¿no? Por ahí se ha perdido de manera virtual la posibilidad de ascender de forma directa. Mientras redacto esta líneas va ganando el Mallorca y queda por disputar el encuentro entre el Espanyol y el Leganés, sin embargo aun exprimiendo las escasas oportunidades de alcanzar un puesto de ascenso directo, este equipo lleva en vena un virus mortal para aspirar a ascender, la nula seguridad defensiva. De hecho, junto al Rayo, es el conjunto más goleado de los seis primeros clasificados. Si se yerra en la retaguardia, aunque cuenta todo el bloque de jugadores, es porque algo falla de raíz. Siempre se dijo que el plano ofensivo emana de un patrón de juego, pero sobre todo de la inspiración y el acierto individual, mientras que lo defensivo se trabaja en los entrenamientos a base de método y orden. Precisamente este equipo adolece de esa disciplina defensiva, desde el delantero más adelantado al defensa más retrasado. Y no solo ha sido en Zaragoza, sino en los partidos que se dejó la puerta a cero, por acción divina. Esa organización defensiva quizá no se trabaja en exceso, pero si se hace no se interpreta correctamente, porque las casualidades no existen. ¿Quién habría podido garantizar que un equipo tan justo como el Zaragoza de esta temporada no hubiera logrado empatar en caso de que hubiese sido válido el tanto de Robertone? Seguro que habrían generado alguna ocasión tan clara como la que dio origen al gol de la victoria, donde un rival se paseó tranquilamente al borde del área rojiblanca como si fuera por la orilla del Cabo de Gata. Para rematar la faena, nunca mejor dicho, los consabidos testarazos de los rivales, más solos que un pasajero en el aeropuerto de Castellón. Así es imposible, y más si a este club se le mira con lupa. Como decía que las casualidades no existen, el nuevo gol anulado es rizar el rizo de lo más recóndito, con el firme propósito de que al Almería, y a Almería, no se le pase ni una. No sé si será por Turki o por cualquier otra razón, pero un atisbo de reacción suele ser cortado en seco con la más sospechosa intención. Algún día lo sabremos. Si ya un apático Sadiq, un desquiciado Corpas o el propio Gomes, al prescindir de Samú Costa a las primeras de cambio o realizar ciertas sustituciones por decreto, se empeñan en poner su granito de arena, poco más se puede hacer. Si a partir de ahora Gomes entrenara para ser un equipo rudo y defensivo de Segunda, tan feo como Paquirrín, pero de Segunda, mejor le irán las cosas a esta UDA de cara a poder dar el campanazo del ascenso directo o para triunfar en el playoff.

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