En cierta medida es admirable el talante de Andrés Iniesta, grande de España aunque no tenga todavía el título nobiliario que se merece, cuando en Salvados raja contra el ex seleccionador Fernando Hierro. El centrocampista, karma y calma, se venía arriba para quejarse de los errores de Mundial de Rusia. Lo que en otro espíritu sería mecha y chispa en él es sereno lamento y análisis lógico. Lo que mal empieza mal acaba fue la conclusión del albaceteño. Así es.

Es un personaje ejemplar. Cuando deje de rodar el balón y rentabilizar esa propina nipona en la que se encuentra, Iniesta podrá ir por su vida siendo él mismo, sin más complicaciones.

En Mediaset su galería de tipos recurrentes se obligan a ser algo más de lo que realmente son, porque realmente son poco, como los habitantes de GH VIP o los pretendientes de First Dates. En Telecinco aparecen islotes como Pasapalabra (el incombustible Fran no necesita aditamentos impostados) o el programa de Bertín Osborne, que en estas últimas semanas ha sido el estival y marbellí Mi casa es la vuestra. La dirección de la cadena decidió retrasar la remesa de un espacio de entrevistas concebido para el verano y que ha pasado más bien de largo en los viernes otoñales, ante Tu cara me suena, y sin aguantar el raccord de estas gélidas y lluviosas noches. En noviembre no apatece de igual manera acercarse a un programa de césped y piscina como el que concibió la firma Proa Magna para las noches de vacaciones.

María Teresa Campos cerró estas entregas convirtiéndose más en entrevistadora del jerezano que entrevistada, y meses antes de complicarse el estado de salud de su hija Terelu. Fue un crossover de Las Campos con este Mi casa es la vuestra programado a destiempo.

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