China contraataca con artillería letal y global a la nueva amenaza arancelaria de Trump: la mayor devaluacion del yuan desde el inicio de la crisis. Las bolsas de todo el mundo se han desplomado y la volatilidad e inestabilidad financiera global se han disparado. Con esta medida, China persigue un doble objetivo: hacer frente a las amenazas de Trump neutralizando el efecto de los aranceles sobre sus exportaciones y demostrar la fortaleza y determinación frente a Estados Unidos. Con 3,20 billones de dólares en reservas de divisas de China frente a los escasos 100.000 millones de Estados Unidos, en una guerra de divisas Trump tiene todas las de perder.

La devaluacion abarata las exportaciones chinas haciéndolas mas competitivas y encarece sus importaciones mejorando su saldo comercial frente a Estados Unidos y el resto de mundo. La devaluacion del yuan es respecto a todas las monedas . El riesgo es provocar una guerra de divisas global que perjudicaría a todos reduciendo el comercio y el crecimiento mundial. En una guerra de divisas nadie gana. Si el resto de los países reaccionan con devaluaciones competitivas, la probabilidad de una recesión global aumenta alarmantemente. Resulta evidente que la reacción de China es desproporcionada. El resto del mundo no tiene la culpa de los desvaríos de Trump. Hay otras razones que justifican la devaluación del yuan. Desde la devaluación del año 2015 China está manteniendo con dificultad la estabilidad de su moneda, interviniendo en el mercado de divisas y manteniendo el yuan sobrevalorado por encima del precio de mercado. La justificación es dar tranquilidad a los inversores y demostrar a la comunidad internacional su deseo de integración, a costa de una disminución de sus reservas de divisas y de su crecimiento.

La guerra comercial arancelaria está dificultando esta estrategia. China se ha visto obligada a devaluar el yuan para proteger sus exportaciones y sus reservas de divisas. De esta manera mata dos pájaros de un tiro, contraataca, demuestra fortaleza frente a Estados Unidos y protege su crecimiento. Pero China es consciente de que no puede permitir una devaluación sin fondo y sin suelo. La fuga de capitales desde China produciría el desplome del consumo y la inversión interna y agravaría la ya preocupante desaceleración de su crecimiento. En estos momentos el Banco Popular de China está pretendiendo estabilizar su moneda. La intervención diaria del tipo de cambio del yuan se ha fijado en el entorno de siete yuanes por dólar, con una banda de oscilación del 2%. De esta manera pretende tranquilizar a los mercados. Por otra parte, la repreciación del dólar no beneficia a nadie dado el alto endeudamiento en dólares de muchos países desarrollados y emergentes.

Trump ha reaccionado con furia presionando al Tesoro , a la Reserva Federal y a la comunidad internacional para que reaccionen. China afirma que no pretende desencadenar una guerra de divisas. La devaluación era necesaria por razones internas. En estos momentos la posibilidad de un acuerdo comercial está totalmente descartada. Trump se debate entre la furia y la impotencia. China va ganando la batalla a costa del sufrimiento del mundo.

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