Análisis

Francisco G. Luque Ramírez

De Las Chocillas al Andújar

Hay feudos futbolísticos con los que uno crea un vínculo especial, donde se siente como en casa

En los quince años que llevo trabajando en la sección deportiva de un periódico, por suerte, siempre me he sentido como en casa en prácticamente todos los campos del fútbol modesto (y no tan modesto) por los que pisado en la provincia de Almería, que no han sido pocos. Evidentemente, en unos he estado mucho más cómodo que en otros, y no lo digo porque algunos tuviesen asientos más acogedores en sus gradas que el resto, que también, sino porque hay feudos con los que uno, por distintas circunstancias y casualidades de la vida, crea un vínculo especial. Las Chocillas es el primer campo del que tengo recuerdo, donde de crío iba a ver a mi primo Álex defender la elástica del Plus Ultra. También notaba esa conexión con el viejo El Seminario, la histórica casa de la UD Pavía, donde me llevaba mi padre para ver a varios de sus amigos que jugaban en los veteranos. Curiosamente, fue el campo que, en 2003, me acogió en mi primer domingo como cronista para La Voz de Almería en un duelo senior entre los arlequinados y la AD Parador. Por desgracia, ese mítico lugar de albero ya solo está en la memoria, como el de Los Ángeles, donde un día antes de aquel Pavía-Parador, debuté oficialmente en esto del periodismo haciendo la crónica de un duelo de cadetes entre el Oriente y el Real Jaén. Disfruté siendo muy pequeño de la esencia del Juan Rojas con el Almería CF y el Poli Almería, viví grandes mañanas, ya por trabajo, en el Constantino Cortés, Los Pinos de El Alquián, en el Federativo Matías Pérez, en El Pillico de Aguadulce o en Los Eucaliptos de El Parador, donde fui conociendo con el paso de los años a grandes personas que se desvivían y se desviven por su humilde club, que sacrificaban muchas horas de su vida por ayudar a los críos a mantener su ilusión futbolística. Una de ellas fue Juan José Morales, presidente del Zapillo Atlético, que siempre me recibió con los brazos abiertos en el Rafael Andújar. DEP, amigo Juanjo.

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