Análisis

nico garcía

Cojones

¿Por qué no se expulsa al portero que pierde tiempo y ya está amonestado?

Espero que no se sienta ofendida la feminista de turno. Este periodista es consciente de que también existen árbitras, cuya labor es tan plausible como la de sus compañeros. Y el lector habitual de esta columna (faldón, más bien) sabe el respeto profesado hacia el estamento arbitral, tan vejado en los campos en los que no tienen ninguna protección frente a los animales frustrados que se imaginan colegiados, entrenadores o jugadores. De hecho, gustaría ver a los propios trencillas defendiendo más sus derechos y plantándose ante injusticias de turno, como que la cantidad que se embolsa por partido el pez gordo de turno sentado en su sillón sea mayor que la del joven que está mientras jugándose su integridad física. Aclarado esto, el que suscribe echa en falta algún árbitro con cojones y que cree un precedente positivo en pro del deporte. Si una pérdida excesiva de tiempo se sanciona mostrando cartulina, ¿por qué nadie echa al portero de turno cuando ya está amonestado? El argumento de réplica será que el fútbol tendría que ser a tiempo parado (como si así tampoco se pudiese darle menos intensidad el ritmo) y que el jugador debería ayudar a que el juego fluya y no se ralentice. Excusas. Doble amarilla y ese portero ya no pierde más tiempo. Y luego está el tema de las protestas. Tantas quejas con que a la figura del colegiado hay que respetarla y tal, pero no este periodista no ha visto a ninguno sacar una amarilla por protestar y otra por continuar molestando mientras el jugador ha sido amonestado. Es cierto que hay que diferenciar el diálogo con las faltas de respeto, ya sean con palabras o con gestos. Fíjese el lector. Es raro el encuentro en que el futbolista que ha visto la cartulina por protestar deje de hacerlo de forma tan vehemente cuando ha sido amonestado. Ahí es donde debería haber cojones.

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